*240 Aniversario del martirio de 4 padres franciscanos
*Francisco Garcés, Juan Díaz, José Moreno y Juan Berreneche
“Marchitos los sauces, pálidos los álamos, tristes las aves, huyendo los peces, cubierto quizás el sol, y horrorizada toda la naturaleza vio el día de la fecha favorecida de aumentar su caudal el río Colorado y pasar el fresco color de sus aguas al de brillante carmín, y más encendido coral de la inocente sangre de nuestros cuatro queridos hermanos… ministros de las Misiones, La Purísima Concepción y S. Pedro y S. Pablo”.
-Carta del padre fray Antonio Barbastro de Sonora Al P. Fr. Agustín Morfi, Guardián de Querétaro.
La sangre de los mártires, es semilla de nuevos cristianos. En el siglo XXI seguimos admirando a personajes que han liberado naciones o sus pueblos de la opresión, de gobiernos injustos, tiranos, mentirosos. El siglo XX y el actual siguen necesitando líderes, como el Premio Nobel de Literatura chino, al que nunca se le permitió recibir ni en la prisión, el reconocimiento a su obra libertaria en la década de los 2010’s. Ni a su esposa ir a recoger la presea a Noruega.
Era un domingo 17 de Julio de 1781, cuando la milenaria nación Yuma, instigada por el maltrato de los españoles de la época, causaran la memorable Masacre de Yuma 1781.
No solo martirizaron a cuatro padres franciscanos; perdieron la vida niños, mujeres, jóvenes, aborígenes, y soldados que “enfrentaron” a un número mayor de yumas en ambas misiones sobre el Río Colorado y Gila.
La masacre incluyó incendiar ambas misiones. Y puso en alerta a la Corona Española sobre las consecuencias e impedimento del paso por tierra de Sonora a California. Toda vez que hacerlo por mar implicaba más tiempo y dinero. Los Yumas, que habían sido amigos de los jesuitas que los evangelizaron desde 1699-1701. Hostigados no por los franciscanos, sino por la soldadezca derramarían la sangre de los frailes a quienes amaban y protegían, pero que azuzados por el odio de alguno, masacraron a gente de su misma tribu y a los sacerdotes.
En la misión de San Pedro y San Pablo de Bicuñer (Noroeste de Yuma), a orillas del Río Colorado (All American Channel), aquel domingo 17 de Julio de 1781, donde eran ministros el P. Fr. Juan Díaz y el P. Fr. Matías Moreno, recuerda Oscar Sánchez Ramírez (El Padre Garcés, Misionero Mártir del Río Colorado, IMACUM, Mexicali, 2005):
“Mataron a los padres, y al padre Moreno le cortaron la cabeza con una hacha, no se supo si estando vivo o muerto, y matando a algunos pobladores, a otros los hicieron prisioneros y obligaron a que echaran en el río las imágenes y vasos sagrados, robando los ornamentos y cuanto había en el pueblo; pusieron fuego a la Iglesia y casas y se llevaron a todas las mujeres cautivas”.
En el contexto histórico de la Masacre de Yuma, 1781: Estamos cerca de la Independencia de México (1810). Las decisiones sobre California tomadas por el Virrey Bucareli en la Ciudad de México, fueron correctas, el interlocutor era nada menos que el mallorquino catalán Fray Junípero Serra. El Puerto de San Blas, Nayarit, era célebre en España y en el mundo. De ahí partieron los misioneros desde el siglo XVI y XVII a “descubrir” y evangelizar la península califórnica y la Alta California. El imperio español tenía sus reservas sobre otros imperios europeos y en especial de Rusia, que pretendían “apoderarse”de California. Los rusos tienen más de un siglo en el Valle de Guadalupe y Ensenada.
Si los yumas bloqueaban el paso por tierras de Sonora a California, el deseo del santo padre Serra, presidente de las misiones, y del propio padre Garcés, encargado de las misiones de San Xavier del Bac, y del Bajo Delta del Colorado, irían a la ruina, como así fue con el martirio de los padres de las iglesias y comunidades yumanas de la Purísima Concepción y de san Pedro y san Pablo de Bicuñer.
Yuma, Arizona, sigue siendo una ciudad estratégica para México y Estados Unidos; mienten los que dicen que “ya no hay río Colorado”. Si lo hay, pero bien aprovechado, sus aguas ya no se desperdician en el mar de Cortés. El Colorado hoy irriga y calma la sed de metrópolis como Las Vegas, Nevada (que por cierto fue fundada por misioneros como el padre Fr. Francisco Garcés, acompañado del eminente militar Juan Bautista de Anza).
La masacre y martirio de Yuma en 1781 significó tanto para España, que ni los soldados con sus armas lograron contener la furia de los aborígenes. El lunes 18 de julio, se presentaron los yumas en tumulto y fueron recibidos con una descarga de fusiles que mató a muchos de los atacantes; pero como eran numerosos, al preparar los soldados las armas para otro ataque, fueron embestidos por multitud de yumas armados de palos, y a golpes aniquilaron a los soldados incluyendo al Capitán Rivera y Moncada. De ahí incendiarían la Misión de la Purísima Concepción, que aún hoy perdura reconstruida en la junta de los ríos Gila y Colorado, cerca de la memorable prisión de Yuma.
Entre las “Glorias” de Yuma y la región, tenemos al gran César Chávez. Quien a través de de la No-Violencia, de ayunos, sacrificios, eucaristía y oración, alcanzó grandes logros para los migrantes y campesinos.
La reconstruida Misión de Yuma, ahora Misión India de Santo Tomás, fue la misión de san Dionisio con el padre Kino en 1700; la Purísima Concepción con el franciscano Garcés (de Aragón, España); y ahora pertenece a la Diócesis de San Diego, California. Como sea, la gran comunidad franciscana y la Iglesia Católica, podrían, como en el caso de San Junípero Serra, promover la causa de beatificación de estos mártires del Río Colorado de 1781, cuyos restos están en el Convento de la Santa Cruz de Querétaro.
Recordemos este 2021 aquella Masacre y Martirio de hace 240 años, un domingo 17 de julio de 1781.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com