La constitución de una familia y el decidir el número de hijos o hijas, y su espaciamiento, son derechos humanos a los que por elección todas las personas deben de tener acceso, sin discriminación, y como elemento natural y fundamental de la sociedad. No obstante, el estado de embarazo, o de la posibilidad de un futuro embarazo, constituyen una de las situaciones más frecuentes de discriminación hacia las mujeres en el mundo laboral.
Pese a todos los avances hacia la igualdad entre hombres y mujeres, parece prácticamente incompatible ser madre y ser trabajadora. Existen múltiples prejuicios hacia las mujeres embarazadas; se sigue viendo a la maternidad como una amenaza al desempeño laboral; muchas deben escoger entre tener bebés o trabajar, cuando la decisión debiese ser basada en el proyecto de vida y no las oportunidades laborales.
El sistema de pensamiento patriarcal ha limitado la biología femenina y la ha reducido a la maternidad; se continúa viendo el ser mujer como sinónimo de ser madre, y éste como su mayor éxito y único propósito.
Hace algunos días leí una frase que me llevó a varias reflexiones y recuerdos: “Las carreras profesionales de las mujeres suelen ser más perjudicadas por tener bebés que la carrera profesional de los hombres por acosar sexualmente a sus compañeras de trabajo”. Definitivamente no damos el salto de conciencia hacia la justicia social, y hoy por hoy, muchas personas justifican a los hombres por prácticas arraigadas que lastiman la dignidad de las mujeres, y excluyen y señalan a aquellas mujeres que deciden optar por combinar la maternidad con laborar.
La división sexual del trabajo impera y adjudica a los hombres las actividades económicas y políticas, mientras que a las mujeres les asigna el cuidado de la familia y las labores domésticas, lo cual genera menores oportunidades para las mujeres, cuando trabajan en espacios aparentemente reservados para los hombres (con salarios menores, jornadas más extensas, sin seguridad social y sin conciliación entre vida laboral y familiar).
El problema entre las responsabilidades cargadas a la mujer históricamente con el cuidado de la familia y las exigencias del trabajo remunerado, constituyen la mayor desventaja para las mujeres en el mercado de trabajo. Las dificultades para armonizar las exigencias laborales y con el cuidado de la familia afectan desproporcionadamente a las mujeres, lo que lleva a aceptar trabajos mal remunerados, inseguros o informales, a fin de combinar las responsabilidades.
El sistema patriarcal y capitalista nos relega como madres a la esfera privada e invisible del hogar; minimiza nuestro trabajo y fortalece las desigualdades entre hombres y mujeres.
Por eso y más debemos desterrar el aun imperante sistema androcentrista, en el que todavía se espera que las mujeres trabajemos como si no tuviéramos hijos o hijas que criar ni derecho a tenerles y criarles, al tiempo que se espera y se exige que las mujeres criemos como si no tuviéramos que trabajar y desarrollarnos profesionalmente, ni derecho a tener proyecto laboral y económico.
La llegada de la abogada Marina del Pilar Olmeda en el cargo político de más alto mando en el estado de Baja California, es una gran oportunidad para una amplia e importante reivindicación feminista; incluso más cuando la recientemente la gobernadora electa anunció que está embarazada por medio de una publicación en sus redes sociales.
Y aunque ante esta noticia salen a la luz diversas opiniones (muchas de ellas negativas, basadas en los prejuicios), se vislumbra la posibilidad de que la sociedad bajacaliforniana redimensione el papel de las mujeres en la vida política y en la construcción social, con la diversidad de aportaciones y de valores que han quedado veladas ante la falta de oportunidades para participar en los espacios de toma de decisiones.
Lo que la gobernadora electa y su esposo compartieron como una buena noticia para su familia, representa una gran noticia para el feminismo no solo local, nacional y latinoamericano, pues trae la posibilidad de romper con estereotipos y roles de género tan dañinos, que vienen aparejados con la imposición de dobles o triples jornadas para las mujeres.
El embarazo de la gobernadora electa y el nacimiento de su hijo o hija a inicios de su mandato, tendrá que ayudar a empujar las políticas de conciliación laboral y un nuevo y mejor sistema de cuidados. Definitivamente es una gran noticia que fortalece la esperanza de la igualdad real. ¡Felicidades!
Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California.
Correo: melbaadriana@hotmail.com