Organizaron tres homenajes de cuerpo presente para reconocer la trayectoria del empresario, altruista y forjador de Tijuana, quien falleció el 7 de julio en San Diego, California
La despedida fue larga para quienes acompañaron a la familia de Alejandro Limón Padilla en su último adiós. Un día especial que combinó tres homenajes públicos en el Instituto Tecnológico de Tijuana (ITT), en la Cámara Nacional de Comercio y en el acceso de emergencias de la Cruz Roja Mexicana de la colonia Santos. Las sonrisas de orgullo por el legado se mezclaron con las lágrimas de una inevitable despedida de uno de los forjadores de la ciudad de Tijuana.
El primer homenaje celebrado el sábado 17 de julio se llevó acabo en la cancha deportiva que lleva su nombre en el ITT. Profesores, estudiantes, jubilados, amigos y familiares aguantaron los rayos de sol que iluminaron el camino del adiós de Limón Padilla.
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“Un hombre de gran corazón, impulsor de estudiantes para estudiar en el extranjero, promotor de becas, guía y asesor de jóvenes emprendedores para crear sus propias empresas. Un hombre visionario que contribuyó al crecimiento de la ciudad de Tijuana como empresario, gestor, líder, delegado; director que impulsó programas de inversión en las empresas para su éxito”, recordó la profesora jubilada del ITT: María Luisa Balcazar Rivera.
“Siempre fue de una trayectoria muy recta, muy honesta, muy disciplinada, siempre tuvo un consejo a la mano y ayudó mucho a las instituciones como al tecnológico”, comentó Alejandro Limón, hijo de Alejandro Limón Padilla. “No es porque sea mi padre, pero es una persona muy especial con una vida muy productiva y muy recta, muy honesta”, comentó.
Alejandro Limón Padilla fue presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en 1979, los integrantes de la organización le rindieron un homenaje en la que destacaron su labor de servicio y sus gestiones a favor del libre comercio y la organización de los emprendedores.
“Un hombre de servicio. De aquí se puede hablar de ese sentimiento muy propio de él. Yo creo que el “mande, mande, mande” no era tic nervioso, era un sistema que él tenía para decir “mándame” ¿qué hay que hacer?, ¿qué hay que hacer por Tijuana?”, comentó Héctor Santillán Muñoz, presidente de la Canaco en 1982.
Entre aplausos y lágrimas, los socorristas y colaboradores de la Cruz Roja se dieron cita en para darle el último adiós.
Recordaron la gestión de Limón Padilla en la década de los 90 y su trabajo durante las lluvias.
“A él le tocó vivir en el 93, siendo presidente de (Cruz Roja) de Tijuana, las inundaciones que hubo aquí. Y eso le dejó a él, con la visión que él tenía algo muy claro: hay que prepararnos para desastres. Y lo hizo estando de presidente (de Cruz Roja) aquí en Tijuana. Trajo la serie tres mil que es un curso de capacitación para desastres, y cuando fue delegado volvió a traer ese curso”, recordó Rubén Rosiñol, delegado estatal de Cruz Roja en Baja California.
“Una persona que siempre estuvo pensando en los demás y en el bienestar de los demás y sus hechos lo demuestran, lo que fue haciendo en su vida a la par de su vida empresarial por su comunidad. Una persona que siempre estuvo trabajando por su comunidad, una persona que en todo lo que hacía, se entregaba de corazón”, reiteró Rosiñol.
Los tres homenajes y la misa de cuerpo presente culminaron cerca de las cinco de la tarde del 17 de julio para dar paso a la sepultura de los restos de Alejandro Limón Padilla, uno de los forjadores de la ciudad de Tijuana.