Muchas generaciones crecimos viendo, como parte de la difusión institucional, el mensaje “Di no a las drogas”.
El lema, principalmente impulsado en campañas preventivas por la anteriormente PGR (Procuraduría General de la República), era usado en múltiples medios de comunicación y particularmente en las jornadas de orientación a la comunidad, contando hasta con una botarga con la figura de un dinosaurio, teniendo como finalidad que el mensaje fuera mejor recibido por los niños y los jóvenes.
Durante muchos años, el gobierno enfatizó los aspectos negativos del consumo de psicotrópicos y estupefacientes, desarrollando por una parte la lucha contra el narcotráfico, pero por otra parte también las mencionadas campañas preventivas y otras acciones con el mismo fin.
Además de la expresión del deseo de atender las quejas de los nacionales por la ineficiencia oficial, nuestro país también tenía encima la presión de Estados Unidos, cuyos representantes acusaban con gran peso públicamente y en privado al gobierno mexicano, señalando ineficiencia y corrupción en la lucha contra la venta y distribución de droga.
Sumada a la presión mediática, el gobierno norteamericano ejercía otro medio impactante, al analizar el otorgamiento de un fuerte apoyo económico para que México rindiera mejores resultados en el combate al cultivo, transporte y venta de drogas, lo que terminaba en una calificación de resultados para que se decidiera si se brindaba el recurso monetario o no, así como el monto del mismo.
Las acusaciones anglosajonas hacia México tildaban al país de ser el trampolín de la droga hacia Norteamérica, hasta que se dijo públicamente que si los aztecas eran el trampolín, Estados Unidos era la alberca.
Entre este juego de palabras y frases, la diplomacia y los hechos, fueron modificando el discurso binacional, hasta que pareció que la lucha contra las drogas nunca tendría éxito. Empezaron a surgir voces que equiparaban lo ocurrido con la era en la cual había prohibición para la venta de bebidas alcohólicas, en donde finalmente se permitió la libre comercialización, considerando que lo mismo debería de suceder con la venta de marihuana.
De inmediato surgió la polémica, con opiniones a favor y en contra; pero con un reciente fallo de la Suprema Corte de Justicia de nuestra Nación, el tema, en materia legal, queda definido.
A través de diversos medios de comunicación, como por ejemplo el periódico El Universal (mediante el enlace eluniversal.com.mx/nacion/corte-anula-prohibicion-del-uso-ludico-de-la-marihuana), se difundió lo siguiente:
“El Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó la prohibición del consumo lúdico de la marihuana contenida en la Ley General de Salud”.
“Al reunir la mayoría calificada de ocho votos, requerida por la Ley de Amparo, el Pleno avaló la propuesta de la ministra Norma Lucía Piña Hernández, quien indicó que el Congreso de la Unión incumplió con el mandato de la Corte al no regular el consumo recreativo del cannabis”.
“Los ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alberto Pérez Dayán y Yasmin Esquivel Mossa votaron en contra del proyecto al considerar que no procede la declaratoria general de inconstitucionalidad”.
Con la resolución de la Corte, queda establecido el marco jurídico del consumo lúdico y medicinal de la marihuana; pero aún hay muchos aspectos que regular, como es la importación de semilla y otros puntos importantes.
Lo que no resuelve la ley es el grave problema de la adicción.
Lamentablemente, esa enfermedad existía y seguirá existiendo, sin que aparentemente haya instituciones públicas y privadas que puedan sanarla por completo.
La resolución trae luz legal, pero habrá quien nunca salga de la oscuridad del consumo. El único camino idóneo para evitar la adicción es la abstención.
Todo es cuestión de decir no a las drogas.
Alberto Sandoval ha sido educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario, servidor público, conferencista, deportista y activista ciudadano.
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