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miércoles, octubre 2, 2024
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Salvado

Un señor de mediana edad lleva una hora sentado en un bar, mirando la copa sin beberla, cuando llega un camionero alto y gordo y la toma de un solo trago. El pobre tipo se echa a llorar, y el camionero le dice:

“¡Vamos, buen hombre, era solo una broma, ahorita le pido otra copa!”

El señor contesta:

“No, no es eso, es que hoy ha sido el peor día de mi vida. Primero, llego tarde al trabajo y me despiden. Luego, al llegar donde había dejado mi carro, veo que se lo habían robado. Camino a mi casa y veo a mi mujer con otro hombre, vengo para acá y, cuando por fin iba a terminar con todo esto, ¡llega usted y se toma mi veneno!”.

Autor: Un sobreviviente.

 

Broma

Entra un hombre a una cantina de mala muerte y le pegan con un palo en la cabeza

Enojado, enfrenta a su agresor:

— ¿Qué pasa? ¿Es en serio o es una broma?

“No, es en serio”.

— ¡Ah!, porque no me gusta ese tipo de bromas.

Autor: Un modosito.

 

Políglota no es…

Un señor entra a un restaurante y pide al mesero una tortilla. Este le pregunta:

— ¿Francesa, española o mexicana (de maíz, pues)?

“Me da igual, no voy a hablar con ella”.

Autor: Un hambriento.

 

Loro en el avión

Un lorito que viajaba en un avión, en primera clase, llama a la sobrecargo:

— A ver, mugrosa, ¡ven a atenderme!

“¿Qué desea, Señor Loro?”.

— Tráeme un whisky, pero rapidito.

“Sí, Señor Loro, en un instante se lo traigo”.

El señor que estaba sentado al lado del lorito aprovecha cuando la mujer se acerca a llevarle el whisky, y le dice:

— Señorita, ¿y a mí podría traerme un café?

“Cuando tenga tiempo se lo traigo”, responde de mala gana.

Media hora más tarde, el lorito vuelve a dirigirse a la azafata:

— Tráeme otro whiscacho, ¡pero de ya!

“Sí, Señor Loro, de inmediato se lo traigo”.

Y el señor insiste:

— A mí tráigame por favor el café que le pedí hace media hora, señorita.

“Usted espere, y no me apure, señor”, dice la malhumorada.

Media hora más tarde, el lorito vuelve a dirigirse a la mujer:

— Tráeme otro whiscacho, y mira que te estoy contando los segundos.

“Sí Señor Loro, de inmediato”.

Un poco enojado, el hombre pregunta:

— ¿Y mi café, señorita?

“Usted espere, señor, ¿no ve que estoy muy ocupada?”.

El señor no soporta más tanta grosería y dice al loro:

— ¿Cómo le haces para que te atiendan tan bien, que te traigan tres whiskies, y yo no consigo que me traigan un miserable café?

“Muy simple, señor. Lo pido con firmeza, para que vea quién es el que manda y quién la que obedece”.

— ¡Ah! Voy a probar con su método, a ver si funciona.

Dicho lo anterior, el hombre comienza a gritar:

“¡A ver, azafata inmunda! ¡Me traes el maldito café que te pedí hace como una hora!”.

El jefe de seguridad del avión se acerca al loro y al hombre, los agarra del cogote y los echa. Cuando los dos van cayendo, el loro grita a su compañero de asiento:

“¡Hay que ser muy macho, o de plano súper bruto para ofender a la azafata y no saber volar!”.

Autor: Anónimo de Volaris.

 

Genio de la lámpara

— Soy el genio de la lámpara y te voy a conceder cinco deseos.

“¿Qué no deben ser tres?”.

— Sí, pero la verdad te veo muy amolado.

Autor: Un prianista a un morenista.

 

Entre amigos

— No sé qué me pasa, que me gustan todas las mujeres, menos la mía.

“¡Bah! No te preocupes, que me pasa lo mismo. Me gustan todas las mujeres, menos la tuya”.

Autor: Un amigo francote.

 

Había una vez…

Un ratero tan, pero tan tonto, que cuando robaba una tienda… se llevaba los maniquíes para no dejar testigos.

Un hombre tan, pero tan optimista, que cuando le dio un infarto, dijo que era una corazonada.

Un señor que vivía en el medio del campo y todas las noches le tocaban la puerta, pero él no atendía, hasta que un día lo hizo y preguntó:

— ¿Quién es?

“La mano sangrienta”, respondió una voz temerosa.

— ¿Qué quiere?

“Un curita”.

Autor: Un cuentero.

 

El favor

Llama un señor a la casa y pide a la muchacha:

— Por favor, María, destienda mi cama para que mi señora crea que me quedé ahí.

“Con mucho gusto lo hago, señor, ¡ahora que termine de destender la de su señora!”.

Autor: Un divorciado.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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