El tremendo acierto de esta película, es que es imposible evitar la empatía con el viejo Anthony, personaje magistralmente interpretado por Sir Anthony Hopkins. La manera en que las escenas fueron entrelazadas de pronto obligan al espectador a comprender el confuso mundo en que vive un paciente que empieza a experimentar los estragos de la demencia senil.
A este ingenioso manejo del personaje, hay que agregar lo que de entrada ya se había dicho: Hopkins era el actor indicado para interpretar este rol, con esa poderosísima personalidad y dominio de la escena con la cual ordena, se impone y hasta se burla de quienes él considera, están perdiendo la cordura, cuando la realidad es que él ya vive en otro tiempo: el que su enfermedad le va construyendo, al grado de acusar a su hija Anne (Olivia Colman) de perder la memoria.
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Sin embargo, así como se crece con la ira, Anthony luego pasa a mostrar su lado más vulnerable, al encontrarse justo en el límite de la cordura que le permite comprender que está a un paso inevitable de la demencia.
Colman es el otro genio de esta película, una actriz que ya tiene un Oscar en su haber y aquí, sin duda alguna, merece otro reconocimiento de la Academia de Hollywood. Es ella quien nos aclara lo que su padre no ve, los trucos que su mente en deterioro le juegan, mientras lucha por evitar lo que su esposo le insiste en recomendar: que deje de cuidar al padre y lo interne en un asilo.
Basada en su obra, Florian Zeller hace un estupendo trabajo, mostrando los distintos matices de una relación padre-hija complicada por los años, de una manera cruel, donde el sacrificio se evidencia sin diálogo y el desenlace no podría ser otro. Sin embargo, no es solo la película per se lo que vale la pena, sino la dupla actoral Hopkins-Coleman, simplemente insuperable. ****
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Punto final. – “El padre” está en la cartelera local. Quien ya se anime a ir al cine, esta es su mejor opción.
