Si Usted ha acudido a cualquier oficina de la Comisión Estatal de Servicios Públicos, especialmente en Tijuana, donde los recibos llegan desde el doble hasta el quíntuple del cobro normal en las áreas residenciales, se habrá dado cuenta que hay filas enooormes para realizar los pagos y las respectivas aclaraciones. En ocasiones, son más de 30 personas esperando turno durante horas. Y ahora sí que todos por igual. Una persona con discapacidad, a la cual no le es posible mantenerse de píe durante largos periodos de tiempo, llegó a una de las filas en la que también, pacientemente, dos personas de la tercera edad aguardaban. La primera se fue al inicio de la fila y preguntó al guardia de seguridad que da acceso al inmueble y preguntó por la fila para discapacitados. Nada. Por respuesta le dijeron: “No hay, tiene que hacer fila como todos”. Fue más allá de la puerta e hizo la misma pregunta a una de las cajeras, y lo mismo o peor: “No hay filas especiales, todos por igual. Y no los queremos aquí adentro sentados porque estamos en pandemia”. Un escalón más y la gerente, después de tanta insensibilidad, le dio “oportunidad” de pagar, no sin antes confirmar que no hay filas para discapacitados, que todos deben esperar, pero que quien se acerque a ella, podrá pagar de forma especial. Ahora sí que al Gobierno del Estado de Baja California también le hace falta un curso de inclusión y respeto a las personas con capacidades diferentes o de la tercera edad que acuden a cumplir con sus pagos.