— Buenas noches ¿qué va a ordenar, señor Paco?
“¿Me puede traer una croquetilla de maíz, al vapor, rellena de bife de porcino finamente picada y sazonada con legumbres de temporada y chile de árbol, envuelta con el caparazón de la fécula de maíz?”.
— Doña Lupeeeeee… ¡Un tamal de puerco pa’l fifí de la mesa 7!
Autor: Un… bueno, ya saben.
Jaimito y sus amigos
— Jaimito, ¿sabes inglés?
“Yes”.
— Traduce, por favor: Me gusta ir al gimnasio a tonificarme.
“I like gin tonic”.
* * *
— Pepito, pon un ejemplo de algo justo, pero incorrecto.
“Si te metes el dedo en la nariz te queda justo, pero es incorrecto”.
— Pepito, me han dicho que eres muy rápido con las matemáticas. A ver, ¿cuánto es 47×126?
“328”.
— ¡Pero si ni siquiera se acerca!
“Lo sé, pero maestra, ¡no me diga que no soy rápido!”.
* * *
Un día en la escuela, la maestra dice a Pedrito:
“Mañana me traes cinco oraciones para la clase de español”.
Pedrito llega a su casa y pide ayuda con la tarea:
— Mamá, dime una oración.
“¡Cállate, que estoy viendo la novela!”.
Pedrito anota la oración y busca a su papá:
— Papá, dime una oración.
“¡Cállate, que estoy leyendo el periódico!”.
Pedrito anota la oración y busca a su hermana mayor:
— Hermana, dime una oración.
La hermana, que estaba distraída hablando con su novio por teléfono para ir al cine, dice:
“Si me llevas en tren, mi amor…”.
Pedrito anota la oración y va a buscar a su hermano.
— Hermano, dime una oración.
“Superman en calzones”.
Pedrito anota y va adonde su tía:
— Tía, dime una oración.
“Aleluya, aleluya”.
Pedrito anota la oración. Al día siguiente la maestra pasa al pizarrón al niño y le dice:
— A ver, Pedrito, léeme las oraciones que trajiste.
Pedrito empieza:
“Cállate, que estoy viendo la novela”.
— Pedrito, ¡¿qué es eso?!
“Cállate, que estoy leyendo”.
— Pedrito vamos con el director.
“Si me llevas en tren, mi amor”.
Sin poder creer lo que escucha, la maestra lleva a Pedrito ante el director y le cuenta lo que ocurre. El director se dirige a Pedrito:
— ¿Quién te crees?
“Superman en calzones”.
— ¡Estás suspendido!
“Aleluya, aleluya”.
Autor: Juanito excluido.
Prueba militar
La tropa descansa luego de arduos ejercicios, por supuesto, el sargento no puede permitir que se relajen demasiado, decide hacer una prueba a los soldados y pregunta:
“¿Cuánto es 4×8?”.
El soldado Pérez responde con voz fuerte y clara:
“¡48, mi sargento!”.
Muy orgulloso, el sargento lo felicita:
“¡Muy bien, así debe ser! ¡Bruto, pero enérgico!
Autor: Un maestro milico.
Tarea
Un niño está haciendo la tarea, encuentra una palabra que no entiende y regenta a su papá qué es sintaxis. El hombre lo piensa durante un segundo y responde:
— Que tienes que irte en camión.
“Gracias, papá, eres muy inteligente”.
— Eso es porque uno ha estudiado.
Autor: Mejor así lo dejamos.
La cura
Un hombre mayor va con su médico de cabecera, acompañado de dos hermosas mujeres de cuerpos voluptuosos, grandes sonrisas y piel morena. Al ver la escena, el médico pregunta:
— ¡Don Pedro! ¿Cómo está usted?
“Muy bien, doctor, fíjese que seguí sus indicaciones y mano de santo, y ¡estoy curado!”.
— Pero yo le dije que necesitaba dos muletas, ¡no dos mulatas!
Autor: Un médico.
Burros en el gobierno
Había una vez en un reino muy lejano, un rey que quería ir a pescar. Llamó al meteorólogo real y le solicitó un pronóstico para las próximas horas.
“No existe posibilidad de lluvia, Su Majestad”, respondió el meteorólogo.
Entonces el rey se fue a pescar con su esposa. En el camino el carruaje se cruzó con un granjero con su burro que regresaba a casa muy apresurado. Al ver al rey, el granjero dijo:
“Su Majestad, debe regresar pronto a palacio, se avecina una gran tormenta”, y continuó su camino.
El rey ignoró el consejo del buen hombre, pues confiaba en su meteorólogo y también siguió su camino. Un par de horas después cayó una gran tormenta. El rey y su esposa quedaron empapados y el séquito no pudo controlar la risa al verlos en tan vergonzoso estado. Lleno de furia, el rey regresó al palacio y despidió al meteorólogo. Luego, hizo llamar al granjero y le ofreció tan prestigioso puesto de trabajo en su corte. Pero el granjero, que era muy sincero, respondió:
“Su Majestad, yo no sé nada del clima, solo sé si va a llover o no gracias a mi burrito. Si veo que deja caer sus orejas, estoy seguro que lloverá”.
El rey decidió contratar al burro, dando inicio a la práctica de contratar burros para trabajar en los gobiernos… especialmente en posiciones llenas de influencia y poder.
Autor: Un mexicano, así de sencillo.