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lunes, octubre 7, 2024
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A propósito de tamales

— Buenas noches ¿qué va a ordenar, señor Paco?

“¿Me puede traer una croquetilla de maíz, al vapor, rellena de bife de porcino finamente picada y sazonada con legumbres de temporada y chile de árbol, envuelta con el caparazón de la fécula de maíz?”.

— Doña Lupeeeeee… ¡Un tamal de puerco pa’l fifí de la mesa 7!

Autor: Un… bueno, ya saben.

 

Jaimito y sus amigos

— Jaimito, ¿sabes inglés?

“Yes”.

— Traduce, por favor: Me gusta ir al gimnasio a tonificarme.

“I like gin tonic”.

 

* * *

— Pepito, pon un ejemplo de algo justo, pero incorrecto.

“Si te metes el dedo en la nariz te queda justo, pero es incorrecto”.

— Pepito, me han dicho que eres muy rápido con las matemáticas. A ver, ¿cuánto es 47×126?

“328”.

— ¡Pero si ni siquiera se acerca!

“Lo sé, pero maestra, ¡no me diga que no soy rápido!”.

 

* * *

Un día en la escuela, la maestra dice a Pedrito:

“Mañana me traes cinco oraciones para la clase de español”.

Pedrito llega a su casa y pide ayuda con la tarea:

— Mamá, dime una oración.

“¡Cállate, que estoy viendo la novela!”.

Pedrito anota la oración y busca a su papá:

— Papá, dime una oración.

“¡Cállate, que estoy leyendo el periódico!”.

Pedrito anota la oración y busca a su hermana mayor:

— Hermana, dime una oración.

La hermana, que estaba distraída hablando con su novio por teléfono para ir al cine, dice:

“Si me llevas en tren, mi amor…”.

Pedrito anota la oración y va a buscar a su hermano.

— Hermano, dime una oración.

“Superman en calzones”.

Pedrito anota y va adonde su tía:

— Tía, dime una oración.

“Aleluya, aleluya”.

Pedrito anota la oración. Al día siguiente la maestra pasa al pizarrón al niño y le dice:

— A ver, Pedrito, léeme las oraciones que trajiste.

Pedrito empieza:

“Cállate, que estoy viendo la novela”.

— Pedrito, ¡¿qué es eso?!

“Cállate, que estoy leyendo”.

— Pedrito vamos con el director.

“Si me llevas en tren, mi amor”.

Sin poder creer lo que escucha, la maestra lleva a Pedrito ante el director y le cuenta lo que ocurre. El director se dirige a Pedrito:

— ¿Quién te crees?

“Superman en calzones”.

— ¡Estás suspendido!

“Aleluya, aleluya”.

Autor: Juanito excluido.

 

Prueba militar

La tropa descansa luego de arduos ejercicios, por supuesto, el sargento no puede permitir que se relajen demasiado, decide hacer una prueba a los soldados y pregunta:

“¿Cuánto es 4×8?”.

El soldado Pérez responde con voz fuerte y clara:

“¡48, mi sargento!”.

Muy orgulloso, el sargento lo felicita:

“¡Muy bien, así debe ser! ¡Bruto, pero enérgico!

Autor: Un maestro milico.

 

Tarea

Un niño está haciendo la tarea, encuentra una palabra que no entiende y regenta a su papá qué es sintaxis. El hombre lo piensa durante un segundo y responde:

— Que tienes que irte en camión.

“Gracias, papá, eres muy inteligente”.

— Eso es porque uno ha estudiado.

Autor: Mejor así lo dejamos.

 

La cura

Un hombre mayor va con su médico de cabecera, acompañado de dos hermosas mujeres de cuerpos voluptuosos, grandes sonrisas y piel morena. Al ver la escena, el médico pregunta:

— ¡Don Pedro! ¿Cómo está usted?

“Muy bien, doctor, fíjese que seguí sus indicaciones y mano de santo, y ¡estoy curado!”.

— Pero yo le dije que necesitaba dos muletas, ¡no dos mulatas!

Autor: Un médico.

 

Burros en el gobierno

Había una vez en un reino muy lejano, un rey que quería ir a pescar. Llamó al meteorólogo real y le solicitó un pronóstico para las próximas horas.

“No existe posibilidad de lluvia, Su Majestad”, respondió el meteorólogo.

Entonces el rey se fue a pescar con su esposa. En el camino el carruaje se cruzó con un granjero con su burro que regresaba a casa muy apresurado. Al ver al rey, el granjero dijo:

“Su Majestad, debe regresar pronto a palacio, se avecina una gran tormenta”, y continuó su camino.

El rey ignoró el consejo del buen hombre, pues confiaba en su meteorólogo y también siguió su camino. Un par de horas después cayó una gran tormenta. El rey y su esposa quedaron empapados y el séquito no pudo controlar la risa al verlos en tan vergonzoso estado. Lleno de furia, el rey regresó al palacio y despidió al meteorólogo. Luego, hizo llamar al granjero y le ofreció tan prestigioso puesto de trabajo en su corte. Pero el granjero, que era muy sincero, respondió:

“Su Majestad, yo no sé nada del clima, solo sé si va a llover o no gracias a mi burrito. Si veo que deja caer sus orejas, estoy seguro que lloverá”.

El rey decidió contratar al burro, dando inicio a la práctica de contratar burros para trabajar en los gobiernos… especialmente en posiciones llenas de influencia y poder.
Autor: Un mexicano, así de sencillo.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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