A las cuatro de la tarde (Tiempo de Baja California) del jueves 28 de enero, se cumplieron 80 horas sin saber del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, luego que informara sobre su resultado positivo en la prueba para detectar la COVID-19. Ni en la conferencia matutina ni en redes sociales, el mandatario se ha manifestado. Es el tiempo más largo desde que inició su administración, en el que no se sabe absolutamente nada de él. Para ser más puntuales, a las 07:00 horas del domingo 24 de enero, se presentó en su último acto público. El último tuit en la cuenta de AMLO fue una foto donde informaba sobre la llamada que entabló con su homólogo de la Federación Rusa, Vladimir Putin. En su ausencia, las mañaneras las cubrió Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación. Los preocupados por la salud del Ejecutivo federal, recurren al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, para saber el estatus clínico y los padecimientos de López Obrador, sin embargo y como ya es costumbre en el país de la opacidad, el doctor negó la información y aseguró que por respeto al señor Presidente, no dará a conocer los detalles de su evolución médica. Se sabe que el mandatario nacional padece hipertensión y en 2013 sufrió un infarto, dos de las principales comorbilidades que agravan la COVID-19, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Algo que preocupa, y más ante la falta de información. Lo que se espera, tal como lo hicieron otros mandatarios que incluso estuvieron hospitalizados y resguardados en casa, es que el Presidente aparezca en un video para dar a la población certeza de su buena salud y buena evolución que -dicen en su círculo cercano- está registrando. Y claro, que ahora sí, utilice el cubre bocas. A ver cuándo.