“Podrá haber quienes nos acusen a nosotros de testarudos, de ser buscapleitos, de arrebatados, de sectarios, de dogmáticos y quién sabe de cuantas cosas más, pero refutamos tales acusaciones falsas y les decimos que no nos retractaremos de estas posiciones, porque son marxista-leninistas”.
–Enver Hoxha. Discurso en la Conferencia de Moscú. 1960.
El pasado 1º de enero, el otrora admirado, respetado y combativo EZLN publicó una proclama a la que tituló: “Una Declaración por la Vida”. En ella anuncia que en los próximos meses una delegación de su organización hará un recorrido por los cinco continentes. El comunicado es un completo galimatías. Rasgo peculiar de las proclamas de esta organización. Escrito que deja ver el nauseabundo pantano en que cada día se hunde más el otrora audaz y valeroso EZLN.
Veamos algunos de los párrafos del escrito: “Nos unen [se refiere a las organizaciones que subscriben la Declaración] el entendimiento de que es un sistema el responsable…el verdugo es un sistema explotador, patriarcal, piramidal, racista, ladrón y criminal: el capitalismo”. Y agregan: “No es posible reformar este sistema, educarlo, atenuarlo, limarlo, domesticarlo humanizarlo”. Y sigue la proclama: “el compromiso de luchar, en todas partes y a todas horas (cada quien en su terreno), contra este sistema hasta destruirlo por completo. La supervivencia de la humanidad depende de la destrucción del capitalismo… la lucha por la humanidad es mundial”.
Ahí tenemos al “EZLN del siglo XXI”, una organización que nos da lecciones de política, enseñándonos que la supervivencia de la humanidad depende de la muerte del capitalismo, el cual es imposible reformarlo o humanizarlo.
El gran Lenin cuando alguien salía con estas lecciones “revolucionarias”, decía que no se trataba de disertar sobre si hay que aplastar al capitalismo (eso está claro para los revolucionarios); de lo que se trata es saber el cómo debemos hacerlo. ¿De forma violenta o de forma pacífica? Asimismo, de qué instrumentos hay que echar mano para demoler la fortaleza enemiga, y con qué clase de compañeros hacer alianzas.
Para el revolucionario marxista-leninista está claro como la luz meridiana que la conquista del poder debe de ser a través de la vía violenta. Los explotadores capitalistas jamás en la historia han entregado el poder por la vía pacífica. No lo harán nunca. De igual manera, sostenemos que la clase obrera debe de ser la que dirija el movimiento revolucionario. Nadie más.
Nada de “autonomía” organizativa. Nada de que cada quien jale por su lado (“cada quien en su terreno”). A la clase obrera se tendrá que unir la vacilante pequeña burguesía arruinada por el gran capital monopólico imperialista. Pero para el “EZLN del Siglo XXI”, la forma de “destruir el capitalismo” es formando una organización mundial donde tenga cabida todo mundo. Basta y sobra que se declare partidario de la “destrucción del capitalismo”, de la libertad y de la justicia.
Veamos algo más de la susodicha proclama: “No es la pretensión de imponer nuestra mirada la que nos permitirá avanzar, sino la escucha y la mirada de lo otro que, distinto y diferente, tiene la misma vocación de libertad y justicia”. Esto no es otra cosa que colaboración de clases. Y esa tesis reaccionaria es inaceptable para los revolucionarios de la clase obrera.
No basta declararse de los dientes pa’fuera en contra del criminal capitalismo, ni anunciar ser partidario de la libertad y de la justicia. Hay que demostrarlo con hechos. Son los hechos, los irrefutables hechos -decía el gran Lenin-, los que hablan más que las palabras.
Para aquellos que no se tapan los ojos y las orejas, es claro que el actual EZLN es una auténtica y miserable organización trotskista-anarquista. El proletariado no está deseoso de ser parte de una organización de ese tipo. De ninguna “internacional” trotskista. Ni desea unirse con individuos u organizaciones que “piensan diferente” y que atacan al marxismo-leninismo.
Que el EZLN recorra todo el mundo. Que se abrace con desvariados anarquistas y contrarrevolucionarios trotskistas de los cinco continentes. Las tareas prioritarias de los revolucionarios proletarios es construir su Partido Comunista, no andar forjando alianzas con los “distintos y diferentes”, es decir, con reconocidos anticomunistas.
Para los traidores y enemigos del pueblo y de la clase obrera, solamente tendremos fuego. A discreción. No obstante, seguros estamos que lo más puro, honrado y valeroso del campesinado pobre de México se unirá a la causa revolucionaria del proletariado. Seguros como el brillante día que antecede a la obscura noche.
¡Qué desgracia! Una organización tan admirada y respetada, que estremeció a los vendepatrias en el poder, hoy convertida en una legión de farsantes que enarbolan la reaccionaria bandera trotskista-anarquista. Nada diferente han resultado ser los ejidatarios de Atenco (los “hermanos mayores” del EZLN, como los llamaba Marcos). quienes ayer defendían sus tierras empuñando el machete valerosamente. y hoy se abrazan sonrientes con el “expriista” y “experredista” López Obrador.
Ya se les “olvidó” a los atenquenses cuando en 2006, durante su campaña electorera, AMLO expresaba: “Uno no se puede poner de ningún lado, ambos (los feroces mastines policiacos de la PFP y los de Atenco) son igual de violentos”. Comparar la violencia revolucionaria con la violencia reaccionaria y fascista de los perros de la burguesía es una actitud propia de abogados de la burguesía, de enemigos del pueblo. Pero -como vemos- esa afrenta ya fue olvidada por los atenquenses. “Borrón y cuenta nueva” han de decir. En qué gente tan despreciable se han convertido.
Esa es la naturaleza camaleónica de la clase media pequeñoburguesa. Virar de un extremo a otro. Revisemos algunos hechos contemporáneos de la desvariada pequeña burguesía, apasionada hasta el delirio, por la corriente política de moda. En 1994 vehementes simpatizantes del EZLN; luego, en el 2000, enorgullecidos correligionarios del fascista, Vicente Fox; y hoy férreos defensores de Obrador.
Esa es la pequeña burguesía. Una clase inestable. Saltimbanqui. Una clase que siempre esta con el ganador, aunque un día antes hayan estado con el perdedor. El proletariado revolucionario jamás hará ronda con desvariados. Ni tantita confianza se debe de tener en esta clase mesocrática que constantemente cambia de chaqueta.
Prosigamos. Para los revolucionarios marxista-leninistas, el EZLN, ya de hecho, se encuentra en las filas de la socialdemocracia reaccionaria. Y fungen, como podemos ver, en “Una Declaración por la Vida” como sus portavoces.
Las “credenciales revolucionarias” del EZLN, que consideran aún válidas, les facilitarán que se les abran las puertas para inocular su veneno reaccionario. Solamente los “comunistas” del Frente Popular Revolucionario (FPR), del Partido Comunistas de México (PCM) y del Partido de los Comunistas, y otros de igual pelambres, revisionistas y fantoches, le siguen guardando lealtad al “EZLN del Siglo XXI”. Pero, al mismo tiempo, todos estos “comunistas”, continúan siendo fieles a López Obrador. Como clase media que son, tienen las dos velas prendidas. La de la “izquierda” y la de la derecha.
Por nuestra parte seguiremos poniendo en la picota a toda esta caterva de fariseos y demagogos. Para que se ahoguen, lo más pronto posible, en ese pantano pestilente en el que hoy se encuentran. El proletariado consciente odia a los hipócritas y demagogos; a los cobardes y traidores.
Para los revolucionarios de la clase obrera no existe la menor duda: los trotskistas, anarquistas y la reaccionaria socialdemocracia, a los cuales se ha unido el EZLN, son quintacolumnistas en el seno del movimiento revolucionario del proletariado. Quintacolumnistas a los cuales hay que combatir hasta eliminarlos.
Atentamente,
Javier Antuna.
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