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jueves, febrero 15, 2024
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El del poste

Un borrachito está arriba de un poste, en eso llega la Policía y le ordenan bajarse de ahí,

El hombre obedece y el oficial le pregunta:


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– ¿Quién es usted?

“¿No se acuerda de mí?”.

– No, dígame quién es usted.


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“Pero, ¿en serio que no se acuerda de mí?”.

– Ya le dije que no. Dígame quién es.

“¡Soy el mismo que estaba en el poste!”.

Autor: Ebrio en recuperación ¡hic!

 

De compras

Un hombre que entra a una tienda a comprar:

– Buenas tardes, quería comprar una camiseta de un personaje inspirador.

“¿Gandhi?”.

– No, mediani.

Autor: Vendedor frustrado.

 

Apostador

Una mañana está el paisano, tranquilamente sentado, leyendo su periódico, desayunando a cuerpo de rey, cuando su mujer se desliza silenciosamente a su espalda y le suelta un sartenazo.

– ¡¡¡AAAYYY!!! ¿Qué te pasa?

“A ver, grandísimo mentiroso. ¿Qué es este papel en el bolsillo de tus pantalones que dice Marilú?”.

– ¿Qué es? ¿Eh? Mi amor, ¿no te acuerdas que hace dos semanas fui a las carreras de caballos? Marilú es el nombre de una yegua a la que aposté.

La esposa se va, aparentemente satisfecha.

Tres días, después el hombre está sentado muy a gusto, viendo la tele y tomándose un aperitivo, cuando de repente siente otro golpe con la sartén en la cabeza.

– ¡¿Y ahora qué pasó?!

“¡Tu yegua te llama por teléfono!”.

Autor: Mejor así lo dejamos.

Tomada de Internet

La luciérnaga

Un ebrio transita por la noche en una calle muy oscura. Lleva un cigarrillo, pero no tiene con qué encenderlo. En eso ve una luciérnaga que revoloteando frente a él y se acerca para pedirle:

“Oiga, oiga, ¿me da fuego?”.

La luciérnaga sigue revoloteando sin parar. El borracho insiste:

“Oiga, deme candela para este cigarrillo. Oigaaa… ¡Que me dé lumbre para este cigarrillo!”.

Y la luciérnaga, pa’rriba, pa’bajo, pa’todos lados sin estarse quieta.

“¿Me da fuego, por favor?”, repite el hombre… y la luciérnaga se va.

Con el cigarrillo en la boca, el beodo exclama:

“¡Qué mala gente ese mulato!”.

Autor: Un morenazo.

 

Impertinente

– ¿Hola?

“Hola, ¿estoy hablando al 678-3452?”.
– Sí.

“Ah, entonces marqué mal”.

Autor: Anónimo de Telnor.

 

A deshoras

¡Ring, ring! Suena el teléfono a las cuatro de la mañana:

– Aló, aló, ¿la familia Silva?

“No, tarado, ¡la familia duerme!”.

Autor: Anónimo de un banco mexicano.

 

Pregunta válida

Un hombre baja la escalera de su casa con una maleta, después de haberlo echado la mujer. Ella se asoma por la ventana y grita:

“¡Espero que nunca seas feliz, que no te bien nada de lo que hagas y no vuelvas a gozar nada de nada, con nadie en toda tu mugre vida!”.

El hombre ve hacia arriba y dice:

“Entonces qué hago, ¿me quedo o me voy?”.

Autor: Ex marido.

 

En la hacienda

Cierto día llega el patrón a su hacienda y lo recibe la hija del mayordomo, a quien no veía desde niña, y ya es toda una mujer.

El señor la saluda, ella le devuelve el saludo, él pregunta cómo está el papá, las vacas, los caballos y la hacienda en general.

Ella responde a sus preguntas, mientras él la “escanea”, la morbosea con la mirada, hasta que en un determinado momento no se aguanta y le dice:

“Mi amor, pero usted se puso muy bonita. Usted sabe que yo tengo mucho dinero. Si usted me da una noche de sexo, yo le regalo lo que quiera. ¿Qué quieres que te dé si pasamos la noche juntos?”.

Sorprendida, la campesina se pone a pensar un momento las cosas, y accediendo a su propuesta le dice:

“Pues, patroncito, yo solo quiero una flor”.

Algo entusiasmado, el tipoi pregunta:

– ¿Y qué flor quieres?

“¡Una Flor Esplorer, patroncito!”.

Autor: Vendedor de autos.


Desempleado urbano

Un individuo de ciudad llega a un rancho y tiene la necesidad de trabajar, pero no sabe nada de la vida de rancho, inclusive no conoce los animales ni sabe cómo montar un caballo. Le asignan cuidar chivas y, al siguiente día, va al monte. Cuando regresa por la tarde, muy cansado, el patrón le pregunta cómo le fue con el rebaño, a lo que le contesta que muy bien, que solo a un animal le dio mucho trabajo, porque no lo podía alcanzar.

El patrón pregunta cuál era el animal en cuestión, y el muchacho contesta “aquella chiquita y orejona”, a lo que el señor dice:
“Eso no es una chiva, ¡es un conejo!”.

Autor: Anónimo de una agencia de colocación.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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