A pesar que se ha advertido que el uso del dióxido de cloro puede ser dañino para la salud, la gente en Baja California sigue usándolo como “cura” para el COVID-19 y otras enfermedades; y su venta y distribución sigue sin control en redes sociales, donde se puede adquirir por desde 300 pesos
En Baja California no existe regulación de sustancias como el dióxido de cloro (ClO2), que ha incrementado su fama como cura ante el COVID-19, a pesar de las advertencias de médicos, miembros de la comunidad científica y la misma Secretaría de Salud.
“Yo uso el dióxido de cloro, le echo una o dos gotitas a dos litros de agua en la mañana, y me lo tomo a lo largo del día; y me ha ayudado mucho a prevenir el COVID-19, porque ando por todos lados, por mi trabajo, y nada más con el cubrebocas. También me ayuda en otras cosas, como el dolor de cabeza y en articulaciones; es muy bueno”, dijo a ZETA Guadalupe Rodríguez, usuaria de la sustancia.
Ella compra el producto en Playas de Rosarito a 250 pesos, porque es amiga de la vendedora; pero “cuesta más caro y lo vale”, comentó, pues son muchos los beneficios que afirma le han traído. A pesar que médicos le han advertido de su uso y efectos en el ser humano, ella prefiere creer en lo que ha atestiguado.
El dióxido de cloro es un oxidante fuerte, que resulta apropiado para tratamiento de aguas, limpieza de superficies y desinfección de materiales, de acuerdo con el estudio Dióxido de cloro inhibe la replicación del virus del síndrome respiratorio y reproductivo porcino por bloqueo de la unión viral, hecho por científicos chinos en 2019 y replicado por la Red Prociencia Mx, para combatir la desinformación sobre esta sustancia.
Los estudios en fase preclínica que se han realizado en cultivos celulares o modelos animales simples, no han mostrado de manera definitiva que el dióxido de cloro sea seguro para su uso en seres humanos, ni su selectividad como agente oxidante ante infecciones por bacterias o virus, en el interior del cuerpo humano, informó.
Asimismo, la Agencia Federal de Drogas y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) emitió una advertencia pública el 8 de abril, por la venta de productos con dióxido de cloro en el vecino país, ya que no había evidencia de que funcionara contra el COVID-19.
“Aún se siguen vendiendo productos que contienen dióxido de cloro, indicando falsamente que son seguros y efectivos para el tratamiento de enfermedades, incluyendo ahora la COVID-19. La venta de estos productos puede poner en peligro la salud de la persona y retrasar la aplicación de tratamientos médicos apropiados”, indicó la advertencia.
El dióxido de cloro, también ofrecido como Solución Mineral Milagrosa (MMS por sus siglas en inglés), fue señalado como una amenaza por autoridades sanitarias de Estados Unidos, cuando se propuso como medicamento contra la influenza AH1N1 en 2010, así como cáncer, acné y hepatitis, dijo la FDA en su momento.
Sin embargo, desde el 2002 la Organización Mundial de la Salud había publicado un estudio hecho por especialistas hablando sobre su alta toxicidad en animales, y en el que menciona que, por lo mismo, no se habían hecho pruebas directas en seres humanos.
Pero su comercialización se reactivó hace unos meses, en la figura de Andreas Kalcker, uno de sus principales promotores; a pesar de que él afirma no vender el producto, sí vende libros y da conferencias sobre su uso.
Cofepris dice “no, Coepris no está al tanto”
La Comisión Federal Para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) emitió un comunicado el pasado 23 de julio, alertando sobre las adversidades de consumir el ClO2, y en donde rechaza la autorización de la venta de productos con dióxido de cloro o sus derivados.
“(Cofepris) No ha autorizado ningún registro sanitario de medicamentos que contenga en su formulación la sustancia denominada Dióxido de Cloro, Clorito de Sodio o sus derivados, por lo que su uso representa un riesgo a la salud, al desconocer la calidad de los insumos, las condiciones de fabricación, almacenamiento y distribución”, informó la dependencia.
La Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios replicó los lineamientos sobre la sustancia, y sus derivados; sin embargo, no tiene ningún plan de acción en contra de quienes la comercializan.
En entrevista con ZETA, David Gutiérrez Inzunza, comisionado estatal, sólo se ha hecho un operativo para encontrar algún punto de venta, pero sin éxito; pues a pesar de que buscaron en farmacias y centros naturistas, no lo encontraron, así que ahora la búsqueda continuará a través de redes sociales.
“Si hay oferta es porque hay demanda. Es decir, si alguien lo está vendiendo, es porque han visto que la gente lo pide”, comentó.
Aunque admitió no haber analizado el producto a la venta, y no saber si se trata de un suplemento, medicamento o alguna otra cosa, recalcó que no se ha enterado de casos de personas que hayan salido afectadas; incluso allegados suyos lo consumen.
Por otro lado, Alonso Pérez Rico, titular de la Secretaría de Salud de Baja California, advirtió en una atención a medios de comunicación el pasado 5 de julio, que no era recomendable por su uso como desinfectante de superficie y aguas residuales.
Agregó que no había bases científicas para sustentar su uso medicinal, ya que la poca información que había sobre ello, había señalado que era altamente dañino para consumo humano; entre sus efectos a largo plazo, dijo, estaba el cáncer, y daño en el tracto digestivo.
Venta en redes sociales
En recorrido realizado por ZETA, se constató que la venta de este producto está en algunas tiendas naturistas de la periferia de la ciudad, con un costo que va desde los 300 pesos.
Sin embargo, el mayor nicho de mercado está en las redes sociales, donde se vende clorito de sodio (del 25 al 28 por ciento) y ácido cítrico (4 por ciento) como paquete, para que al combinarlos dé el dióxido de cloro.
Ahí el precio mínimo sube hasta 500 pesos, y los puntos de venta están en toda la ciudad.
Hasta el momento, en Tijuana, Tecate y Playas de Rosarito no se ha registrado ningún caso de personas con afectaciones por su uso como tratamiento preventivo o curativo; pero sí se ha diseñado una campaña intensa por parte de la comunidad científica mexicana y medios de comunicación especializados en ciencia, para combatir la desinformación que hay al respecto.