Juan es un niño de 12 años que regresa a su natal Argentina, hace todo lo posible por integrarse a su escuela y hacer amigos, como cualquier chico de su edad. Pero en este protagonista no hay nada común: su familia pertenece a la Organización de los Montoneros que van en contra de la dictadura militar.
Con un fanatismo hacia la izquierda que sobre todo los padres no disimulan, Juan vive entre canciones de protesta, juntas secretas, armas y marginación. Su hogar es una bomba de tiempo y él lo sabe, aunque procura olvidar cuando está con los compañeros del colegio, sobre todo en compañía de María, su primer amor. Ahí nadie conoce a Juan. El preadolescente más bien es Ernesto, el nombre que sus papás le dieron para permanecer encubiertos.
El director Benjamín Ávila tiene mucho a su favor en esta ópera primera que rondó varios festivales de primer nivel, incluyendo Cannes, por allá de 2015, aunque ahora el filme forma parte del catálogo de Netflix. El punto más sobresaliente es el hecho de no politizar un tema con el que fácilmente se toma partido.
El tratamiento es aún más profundo, considerando el peligro en el que, con toda la ingenuidad propia de su edad, transita este jovencito teniendo como única puerta de salida a su abuela, rol interpretado por la gran Cristina Banegas, veterana del cine, la televisión y el teatro argentino.
A ratos el extremismo de uno y otro lado anuncia el final y eso molesta, aunque Ávila hace todo lo posible por evitar el panfleto y llevar la historia hacia un buen desenlace. Faltó reflejar mejor el dilema interno de Juan hacia la recta final, pero al final uno se queda con una recreación interesante del choque social que marcó a Argentina y advierte los estragos del totalitarismo en el espíritu humano. ***
Punto final. – Está la versión colombiana en serie de “El robo del siglo”. Es mil veces mejor la película del mismo título dirigida por Ariel Winograd y estelarizada por Guillermo Francella.