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domingo, febrero 18, 2024
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Denuncian abuso de pastor en Ensenada

La FGE tiene dos denuncias penales en contra del religioso de la iglesia Nazarena Salem; la primera fue interpuesta por la iglesia que respaldó a dos de las víctimas, y aunque ya han pasado más de 30 años -y en caso de proceder las queja serán archivadas-, la abogada no descarta hallar casos recientes. Las cinco víctimas compartieron su experiencia con ZETA

Varias mujeres que crecieron bajo la religión cristiana en la iglesia Nazareno Salem, en Ensenada, se reencontraron para denunciar abusos sexuales de parte de un pastor.


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Fue a través de la página “Ni una menos” en redes sociales, donde el 4 de junio se publicó el nombre de Rubén Alvarado como el supuesto agresor de por lo menos cinco mujeres de entre 9 y 16 años; el hecho más reciente se registró hace una década.

Semanario ZETA conversó con cinco de las presuntas víctimas, quienes están plenamente identificadas; ninguna ha manifestado que sufrió una violación o penetración por parte del imputado.

En la actualidad, la Fiscalía General del Estado (FGE) tiene dos denuncias penales en contra de Alvarado; la primera fue interpuesta por la iglesia quien acompañó a dos víctimas. El Número de Caso Único (NUC) es el 0201-2020-08263 por el delito de Abuso sexual e incapaces.


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La segunda está en proceso, informó Angela Rentería, representante legal de otras mujeres, quien inició un procedimiento judicial, el cual se encuentra en la etapa de investigación previa.

Se presentó una denuncia por cada víctima, aunque aclaró que no todas las presuntas víctimas han interpuesto querella. La denuncia es por los delitos de tentativa de abuso sexual en grado de parentesco directo.

La Junta Consultora Iglesia del Nazareno, Distrito Nor-Occidental de México, reconoce a Rubén Alvarado como pastor de la Segunda Iglesia del Nazareno en Ensenada, y tiene conocimiento de las supuestas agresiones, de acuerdo a una carta en poder del Semanario. Durante un recorrido por la iglesia, ésta se encuentra cerrada y en abandono.

 

IGLESIA TIENE RESPONSABILIDAD

Una denunciante de 45 años de edad comentó que fue la peor experiencia vivida a sus 15 años, cuando Rubén era un adulto de 23 años.

Narró cómo el domingo 12 de enero de 1992, el entonces estudiante del Instituto Bíblico Nazareno (IBN), encargado del ministerio de la música y el coro, se ofreció a llevarla a su casa.

En el trayecto, el sujeto se desvió de la ruta y se dirigió a un lugar alejado, en el Bosque de los Olivos, sobre avenida Reforma.

Conducía un vehículo Ford Thunderbird color rojo, propiedad de su papá, también pastor, recordó.

“Cuando detuvo el automóvil, me pidió que me recostara en el asiento delantero y que pusiera mi cabeza en sus piernas. Posteriormente empezó a tocar partes de mi cuerpo de manera impropia, en una relación entre una menor de edad y un adulto”.

Fue una situación tan incómoda, añadió; por lo tanto, comenzó a temblar y él se molestó, llevándola a su casa.

A este encuentro le siguieron otros; un domingo cuando contaba las ofrendas del servicio, él entró a la oficina del templo y metió su mano en la blusa para tocar sus pechos, narró la víctima uno.

Para entonces Rubén tenía nombramiento como copastor de la Iglesia Salem, junto a su esposa.

Han pasado 30 años y ahora reconoce que se trató de un abuso, pues ningún hombre tiene derecho a tomar a una menor de edad y hacerla sentir vergüenza, sostuvo.

En su caso -dijo- lo veía como un maestro simpático, atento y juguetón, aunque en ese entonces ella sentía un gusto estar cerca de él.

“Era una treta para que yo sintiera ese enamoramiento hacia el líder, esa simpatía, así me envolvió y ni cuenta me di. Fue algo tan natural como salir a platicar con un amigo; pero ahora lo veo como traición, abuso o perversión. Me da asco”.

Añadió: “Mi familia estaba muy involucrada en la iglesia, pasábamos mucho tiempo juntos, e incluso llegamos a pasar navidades juntos”.

 

“ES MI DEBER COMO MUJER Y VÍCTIMA DENUNCIAR”

Un caso más de abuso fue descrito por otra testigo, quien años después se enteró de que una familiar también enfrentó una situación similar con Rubén.

Ejemplificó cómo, a raíz de las quejas de las mujeres en redes sociales, su hermano, quien era ministro en la misma iglesia, cuestionó a su hija, quien a su vez le confesó su experiencia de acoso con el mismo hombre.

“Cuando me enteré de que mi sobrina también fue acosada, fue recordar un episodio de mi adolescencia”, dijo.

Comentó que en esos años formaba parte del grupo de jóvenes y era normal que Rubén, su líder y maestro del coro, las citara a solas para ensayar.

Narró cómo en una sesión, Rubén le pidió acostarse en una banca para vocalizar.

Le pidió levantarse la blusa para descubrir la zona abdominal; la intención era ayudar a relajar la respiración.

“Cuando me acosté tenía mucha vergüenza de que viera mi abdomen, mi cuerpo; lo hice despacio, pero él me tomó la blusa hasta la altura de los pechos. Yo de inmediato me cubrí”, compartió.

La respuesta del ministro fue decirle “todo está bien, tápate tus senos”; pero al mismo tiempo él no se detuvo y siguió desabrochando el pantalón.

“Me decía ‘respira’, pero yo no podía ni respirar, y cuando me comenzó a tocar el abdomen, masajeando, comencé a llorar. Él se detuvo”, platicó, y al mismo tiempo lamentó haber vivido estos años con culpa por haber desconfiado de un ministro, por quien comenzó a sentirse rechazada.

De inmediato notó que el hombre estrechó lazos con otra compañera, quien 25 años después también está denunciando.

 

“NO ME DEJA RESPIRAR”: SOBRINA

Otra miembro de una iglesia Nazareno en Tijuana, hizo una visita a Ensenada junto a su familia luego de ser invitados por los padres de Rubén, su tío.

Una vez ahí, subieron al segundo piso de la casa para ver la televisión, cuando Rubén intentó tener contacto sexual; pero lo evitó, aseguró en entrevista.

“Me acuerdo de ese momento y siento como una presión que no me deja respirar”, rememoró.

Hace 11 años decidió hablarlo con sus papás, explica; antes no lo hizo porque sentía culpa de haber subido a la recámara con su familia, el pastor.

“Ha sido un proceso difícil porque se están destapando cosas y me doy cuenta cómo me ha afectado en mi vida a pesar de que creí que estaba olvidado”, refirió.

Advirtió que no dejará la lucha, a pesar de que la misma familia la ha juzgado.

Afirmó haber recibido una gran cantidad de llamadas de mujeres haciendo fuertes declaraciones sobre la experiencia con el mismo hombre.

 

“NO ME PASÓ GRAN COSA”

“Rosela”, el nombre ficticio de una más de las mujeres, se culpó por no estar segura de haber sufrido un abuso de parte del mismo pastor.

Lo antes dicho -agrega- es porque creció bajo una mentalidad machista, aunque cree que los derechos de las mujeres, sobre todo en la privacidad.

Por años defendió al pastor, afirmando que se trataba de un hombre coqueto, cariñoso o abrazador.

Sin embargo, una tarde se quedó al final del servicio para contar las ofrendas y junto a ella entró él en un modo “juguetón”; la tomó de la cintura al tiempo que le susurro “¡cómo me gustas!”, recuerda.

La joven reaccionó en defensa propia y aseguró que alzó la voz para prohibir se repitiera la incómoda situación.
“Cálmate, no me estoy declarando, ni pidiendo que seas mi novia, ni nos vamos a casar solo que me gustas”, fue lo que él respondió, ofendido, a lo que ella sintió culpa y hasta le pidió disculpas.

 

“NO LE HABÍA TOMADO IMPORTANCIA”

Otro testimonio es el de una mujer de 25 años, quien recuerda que hace 11 años tomó clases de piano con el pastor.

“Me abrazaba muy enfadoso y me subía a sus piernas, frente a su pene; eso fue muy incómodo”, relató.

También habló de cómo se ha sentido estos años escondiendo lo sucedido, ocultando la importancia de los actos.

Semanario ZETA trató de contactar con Rubén Alvarado respecto a las acusaciones en su contra; no obstante, no respondió los mensajes. Por su parte la abogada de las cinco víctimas adelantó que presentarán un juicio de amparo federal relativo en la forma en que la asociación religiosa reconsidere sus procedimientos internos para determinados pastores.

Por el tiempo que ha transcurrido, el delito es considerado prescrito por la ley; empero, la abogada Ángela Rentería no descarta que puedan aparecer casos de abusos recientes.

 

DELITO PRESCRITO

El abogado Marco Chavarría López informó que el abuso sexual, como se perpetró por parte del pastor, y considerando los años que han transcurrido, se considera un delito prescrito.

Se trata de una ecuación, explicó el penalista, donde se suma la conducta delictiva mínima con la máxima y se divide entre dos; el resultado es el término aritmético para denunciar el hecho.

Es decir, en el caso del abuso sexual si mínima fueran dos y la máxima diez, son seis años; esos seis años son los que tuvieron para denunciar ese hecho, y si no lo hicieron en ese lapso, está prescrita la acción.

“Le pueden recibir la denuncia, pero en automático la van a archivar, por el tiempo”, sostuvo.

Chavarría aclaró que existe una alternativa la cual consiste en conocer más víctimas y si el tiempo que convivieron con el imputado tuvieron algún tipo de abuso, si encuentran casos recientes los integran a la investigación para proceder a la judicialización del caso.

 

IGLESIA EMITE POSTURA

Francisco Magdaleno, superintendente de Distrito de la iglesia, respondió a través de mensajes de correo sobre la situación que involucra a uno de sus integrantes.

“Hemos actuado con mucha diligencia haciendo lo propio, por un lado, con lo que respecta a nuestras leyes y autoridades correspondientes, dando a conocer los hechos denunciados.

Por otro lado, se lleva un proceso de investigación de acuerdo a procedimientos propios de la asociación religiosa; para eso se ha nombrado un comité de investigación. Una vez terminado el proceso, se dará conocer el resultado”, declaró.

“Estamos atentos a reaccionar de manera inmediata a lo que cae dentro de nuestra responsabilidad. Creemos como iglesia en un dios de justicia, y no dudamos que prevalecerá”, argumentó el religioso.

Autor(a)

Lorena Lamas
Lorena Lamas
Inició sus estudios en la carrera de Periodismo de la Universidad de a Morelia (UDEM) y egresó de la licenciatura en Comunicación del Centro Universitario de Tijuana (CUT). Desde el 2014 colabora en el Semanario ZETA. Se ha desempeñado como reportera en los municipios de Ensenada y San Quintín.
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