Cuando el pleito era más que encarnizado, de ideología política, había encontronazos públicos sobre asuntos públicos. Ejemplo de ello en Baja California, la difícil relación entre Ernesto Ruffo Appel, primer gobernador de oposición en México, y el entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.
En una ocasión que regresó frustrado del entonces Distrito Federal porque en la Secretaría de Hacienda le ponían trabas para entregarle recursos para BC, Ruffo se quejaba que de 10 pesos con los que el Estado contribuía a la Hacienda Pública nacional, le regresaban 2 a manera de prestaciones. Entonces se aventó aquella frase de “Me atienden, pero no me entienden”, para referirse al distante e insignificante trato que le daban en el Gobierno Federal.
Luego, entre otros desencuentros entre el Gobierno del Estado y el Federal, Salinas dejó de hacer giras a Baja California. Entonces también diría en una entrevista que le hizo don Jesús Blancornelas, sobre el porqué de su ausencia en esta región: “No voy a donde no me invitan”.
En aquel tiempo, los pleitos eran entre políticos de distintos partidos, y siempre dentro del margen de lo público, no de lo privado.
A propósito de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para mantener el periodo de gobierno de Jaime Bonilla Valdez en dos años y no cinco, como de manera inconstitucional se lo habían extendido en el Congreso del Estado de Baja California a través de una iniciativa de Movimiento Regeneración Nacional, la lucha al interior de ese partido para agenciarse la candidatura al Gobierno del Estado en 2021 no solo inició, sino que comenzó sucia.
La primera en ser víctima de una campaña negra fue la alcaldesa de Mexicali, Marina del Pilar Ávila, a quien criticaron por cuestiones de su vida personal y de familia, así como de decisiones de gobierno.
Amador Rodríguez Lozano y Mario Escobedo, vicegobernador… perdón, secretario general de Gobierno y secretario de Desarrollo Sustentable, respectivamente, rápido dijeron que no buscarían la candidatura, lo cual los ha mantenido en un bajo perfil con relación a campañas sucias, pero cerca de Bonilla en el día a día.
Esta semana la lucha de morenos fue entre dos muy activos funcionarios: el alcalde de Tijuana, Arturo González Cruz, y el súper delegado Alejandro Ruiz Uribe. El segundo pretendió ir a una revisión de obra en la ciudad, la rehabilitación de la Unidad Deportiva Reforma II que se ejecuta con fondos federales, pero con la venia del Ayuntamiento. La encontró cerrada y además vigilada por policías municipales que le impidieron el paso. Ese fue el motivo inicial de la disputa interna.
Ahí mismo, Ruiz Uribe se indignó porque no lo dejaron entrar. Acusó que se trataría de un acto de autoritarismo, de uso ilegal de la Policía, porque esta “no es guarda privada para salvaguardarlos intereses políticos de nadie. El alcalde es desde luego el comandante de la Policía Municipal de Tijuana, pero no para utilizarla en sus apetitos personales”.
El delegado único federal hizo saber a los reporteros que le enviaron más de cien policías, y cuando así lo sugirió a pregunta expresa de los medios de comunicación, acusó al alcalde de estar detrás de las campañas negras en su contra, porque no dio por una casualidad el hecho que una vez que denunció la actuación excesiva de la Policía, en redes sociales pagaron una nueva campaña sucia en su contra.
Le molesta dijo, “el ataque que no se hace de frente, que se hace con campañitas, que tiran la piedra y esconden la mano”. Además, contextualizó el pleito en una época electoral al referir: “Hay que jugar limpio, no estamos en el PRI ni estamos en el PAN. Estamos en Morena, por eso hay que jugar limpio”.
En los últimos meses, Ruiz Uribe ha aparecido en videos difundidos en redes sociales que rayan en la intromisión directa de la vida privada, y algunas de sus frases y dichos que le gustan mucho, han sido sacados de contexto para hacer mofa de su persona.
No es la primera ocasión que Arturo González Cruz es señalado de estar detrás de una campaña sucia, y así respondió al súper delegado con una publicación en redes sociales:
“En respuesta al compañero súper delegado Jesús Ruiz Uribe, para tu conocimiento, ambos formamos parte del mismo partido, del mismo equipo del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y todos mis actos están procurados a buscar una Tijuana mejor para todos.
“Soy un profundo demócrata, creo en la limpieza y en los valores que debemos tener como personas, mismos que son los principios de esta transformación que estamos construyendo juntos. De ninguna manera he protagonizado una campaña de desprestigio en tu contra, ni en contra de nadie, simplemente es algo que no creo y que no forma parte de mis principios”.
Es predecible que el pleito no terminará ahí. Como también lo es pensar que este desencuentro está siendo aprovechado por otros aspirantes a suceder a Jaime Bonilla para echar más leña al fuego y dividir las opciones hasta quedar como únicos.
Pero en la lucha de morenos, que irá subiendo de tono conforme avance el proceso electoral 2021 (que por cierto aún no inicia y en BC los diputados de Morena lo retrasaron hasta los primeros días de diciembre), las campañas sucias serán más frecuentes, y los encontronazos públicos también. Porque esta no es una lucha de ideas, finalmente en Morena hay miembros de todas las corrientes, partidos e ideologías. Se trata de una lucha del poder por el poder, y los primeros en caer, fueron el alcalde y el súper delegado.