El mundo -y no se diga México- empieza a sufrir los efectos económicos generados por las medidas adoptadas para detener la propagación del COVID-19. La prioridad es evitar los más contagios posibles y, por sobre todas las cosas, las muertes; aunque las repercusiones -muy en particular en la economía familiar- empieza a resentirse de manera alarmante.
El cierre de actividades no esenciales generó incertidumbre entre los habitantes de este país, y con razón: la principal preocupación en estos momentos, además de la salud, es no poder llevar los recursos suficientes para cumplir con la demanda de alimentos y pagos de servicios elementales (como luz, agua, etc.) a los hogares.
En CAUDAE estamos midiendo el trabajo de las diferentes autoridades en esta pandemia. Es importante que los ciudadanos conozcan quiénes están a la altura de su responsabilidad y también ubicar a aquellos que están quedando cortos en sus acciones; pero la intención nuestra no es solo realizar ejercicios sobre nuestros representantes, sino también tener información del sentir mexicano sobre diversos tópicos generados por el coronavirus.
Hace unos días, realizamos una encuesta nacional telefónica para medir el impacto económico generado por el COVID-19. Fueron un total de 1,200 cuestionarios efectivos bajo un muestreo probabilístico con selección aleatoria, donde se incluye a todas las entidades de la República Mexicana.
Las preguntas que realizamos y sus respectivas respuestas fueron las siguientes:
*¿Ha resentido una disminución de sus ingresos a raíz de la pandemia del coronavirus?
El 70.4% respondió “mucho”; un 15.9% “poco”; y “nada” 13.7%. Lo anterior significa que 7 de cada 10 habitantes han visto mermados de manera considerable sus recursos en estas semanas. Como es conocido, la falta de ingresos afecta el consumo causando un impacto considerable en la cadena productiva.
*Otra de las preguntas realizadas fue ¿Tiene miedo de perder su empleo o su fuente de ingresos ante esta emergencia sanitaria?
El 60.3% respondió “mucho”; 22.7% “poco”; y 17% “nada”. Lo anterior significa que más del 80% de los mexicanos están preocupados ante la posibilidad de perder lo más sagrado además de la salud en estos momentos: su trabajo. La incertidumbre laboral se vuelve un punto donde los gobiernos deberán de aplicarse para que la gente no pierda estabilidad en momentos donde se requiere calma.
*También preguntamos si consideraban suficientes las medidas que el Gobierno Federal ha implementado para proteger el empleo, las pequeñas y medianas empresas.
El 23.5% consideró que son “suficientes”, contra un 56% que lo consideró “insuficiente”. Mantener un empleo y apoyar a aquellos que lo generan, como lo son los pequeños y medianos empresarios, se vuelve trascendental en la reactivación económica.
*Por último -y no menos importante- preguntamos si la ciudadanía confía en que el presidente López Obrador enfrentará de manera adecuada la crisis económica.
El 56.5% “no confía” contra un 43.5% que “sí confía”. La gente empieza a mostrar desconfianza en este gobierno.
Como podemos darnos cuenta, los mexicanos tenemos dos preocupaciones: la salud como aspecto fundamental, pero también justo atrás de este tema encontramos el aspecto económico familiar. Vivimos situaciones extraordinarias a consecuencia del COVID-19; por consiguiente, se necesitan acciones y medidas extraordinarias.
No es momento de peleas intestinas políticas o de rencores añejos. No es una guerra revolucionaria de “conservadores” contra “liberales”. Es un asunto de salud pública con serias repercusiones económicas. Ojalá y exista un verdadero llamado a la unidad, pero de “ida y vuelta”.
Los mexicanos queremos liderazgo real; los mítines son para las campañas. Ahora es momento de gobernar para todos, sin filias ni fobias; de lo contrario, lo vamos a lamentar.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación. Socio fundador de CAUDAE. @CasoAlejandro