Irám García, de 35 años, era uno de los 200 elementos de la desaparecida Policía Federal que aceptaron trasladarse a Baja California para integrarse en calidad de préstamo a la recién creada Guardia Estatal de Seguridad e Investigación (GESI).El oficial fue declarado muerto a las 5:30 pm del 5 de abril de 2020 en la Cruz Roja de Tijuana. Acorde con los primeros informes, estaba de descanso y bebía en su casa cuando repentinamente presentó “respiraciones agónicas” y se desmayó. Uno de sus compañeros lo trasladó al hospital y se retiró, dejándolo en manos de los médicos mientras le hacían maniobras de resucitación cardiopulmonar. A lo largo de cinco horas lo sacaron de dos paros cardiacos, pero no pudieron con el tercero. Al final el médico que lo atendió, diagnosticó “choque cardiogénico, infarto al miocardio, intoxicación por anfetaminas e intoxicación por opioides”. Extrañamente, los médicos de Servicios Periciales de la Fiscalía General del Estado en Tijuana, no encontraron ningún tipo de droga en la sangre del fallecido y no incluyeron el tema en la carpeta de investigación. A pesar que oficialmente decidieron ignorar el reporte del médico tratante, elementos de la Guardia informaron que al día siguiente, Carlos Flores, comisionado de la GESI, citó a todos los guardias que estaban en Tijuana. Primero les leyó la cartilla respecto al consumo de droga, y cerró la reunión con un examen antidoping sorpresa, en el cual dos policías federales y dos locales resultaron positivos. De lo anterior nada informaron al público, por aquello de no afectar la imagen de la corporación, con la que el gobernador Jaime Bonilla suplió a la Policía Estatal Preventiva, la cual ordenó extinguir “por su mala fama”.