“Encontré una mujer moribunda en las calles; la traje a nuestro hogar. Cuando la acosté a una pequeña cama, me sonrió, tomó mi mano y dijo una sola palabra: ‘Gracias’. Luego murió. Ella me dio mucho más de lo que yo hacía por ella. Me dio su gratitud”. -Madre Teresa de Calcuta
En la catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Hermosillo, Sonora, este lunes, jóvenes organizados borraron la mancha feminista del domingo 8 de marzo.
Ni la gobernadora ni la alcaldesa previeron el desbordamiento de la mancha feminista, tras los destrozos y el hostigamiento a los fieles que rezaban en misa en la hermosa catedral Mariana, histórico edificio de mediados del siglo XIX. Ahí recibió sus sacramentos Manuel Uruchurtu, hermosillense y único pasajero del Titanic en 1912, quien le salvó la vida a la norteamericana Elizabeth Rammell-Nye, con la promesa (de parte de ella) de visitar a la madre del sonorense; como así lo hizo años después, cuando la madre de Uruchurtu desconocía el sacrificio del diplomático mexicano en aquella tragedia de principios del siglo XX.
Admirable la carta redactada por el Sr. Arzobispo Ruy Rendón con motivo de los daños materiales por la mancha feminista; sí, la mancha, porque solo fue eso: un grupo de mujeres de las llamadas “feminazis”, ajenas e ignorantes de la existencia de mujeres como Alaíde Foppa, Gabriela Mistral, Indira Gandhi, Sor Juana Inés de la Cruz, y tantas mujeres dignas de admiración. Y que no dé lástima cómo ese pequeño grupo alocado descargó sus frustraciones manipuladas, poniendo en riesgo sus propias vidas y las de gente de buena voluntad.
Al partir de la biblioteca de la UNISON, las pancartas, las consignas, las ofensas, las “demandas”, son ajenas a la totalidad de las mujeres, por ejemplo, de la senadora de Morena, Lily Téllez, quien no se unió a esa manifestación y que es más bien promotora desde el Senado de la República del respeto a la vida (desde su concepción hasta la muerte natural); mientras que las manifestantes en San Luis y en Hermosillo, entre sus pancartas destacaban la de “Aborto Legal en Sonora”.
En Sonora, lo del 8M -domingo 8 de marzo- no resultó.
De ser manifestación, se plasmó en una mancha feminista. Las autoridades y la comunidad católica, con gran arraigo en Hermosillo y en Sonora, siguieron la mística de personajes como Juan Navarrete y Guerrero, o de Eusebio Kino, y tantos otros: borraron las manchas feministas… y a seguirle con la vida. De la gobernadora Pavlovich y la alcaldesa Célida López, ni sus luces. Ni su unieron a la marcha, ni previeron la mancha feminista. Los policías arribaron al exterior de la hermosa catedral de Hermosillo ya que huyeron las manifestantes.
La Iglesia Católica es así un ejemplo de tolerancia y de perdón. No presentará demanda legal sobre la mancha feminista; pero queda de manifiesto la indiferencia de la gobernadora y de la alcaldesa, a quienes les pasó “de noche” que en Hermosillo siempre se han desbordado las pasiones políticas. Bien lo sabe la rocaportense -ahora alcaldesa- Célida López Cárdenas, cuando el actual presidente del PAN en Sonora, salió huyendo cuando lo culparon por desmanes ocasionados por sus detractores, allá por 1985. Y de la gobernadora ni qué decir; viaja más a Los Ángeles y Tucson que a San Luis Río Colorado u otros municipios a los que debería atender. En casi seis años de gobierno, visita estos municipios solo una vez al año… si bien les va a las comunidades. En un estado, el de Sonora, reprobado en materia de Seguridad, donde se han recibido amenazas de cárteles como el de los Salazar.
En medio del caos social en Sonora, era, pues, previsible que una manifestación pseudopacífica terminara con una mancha feminista.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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