Se apagó aquel candil
una mañana de invierno,
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despojando al corazón
del tañido de campana.
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Ya venía la primavera
con orquídeas en la frente,
que al espíritu subyugan
y aromáticos claveles.
Del capullo iban saliendo
las pequeñas mariposas,
que a los jardines dan vida
como al mar las caracolas.
Su luz ya no alumbrará
el jardín del alma mía,
ni los prados de esa tierra
que al nombrarle sonreía.
Cae la lluvia ruge el viento
este es un gélido día,
son las penas cual puñales
que aniquilan la alegría.
El invierno se ha encontrado
con la joven primavera,
mas el candil ya no alumbra
de mi vida la vereda.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California
