Harriet Tubman es parte de la historia norteamericana y un referente heroico por su participación en la Guerra Civil en pro de la abolición de la esclavitud que vivió desde que vino al mundo.
Su historia ahora es protagonizada estupendamente por Cynthia Erivo, aunque esta actuación es lo mejor de una cinta biográfica en la cual el director y coguionista Kasi Lemmons optó por los lugares comunes en vez de tomar riesgos narrativos.
Esto se refleja a través de escenas muy fabricadas donde no es necesario fabricar el heroísmo de alguien como Harriet. A su favor, además está la música, que recoge la riqueza de la cultura afroamericana en sus orígenes y da fuerza a un personaje que por sus propias hazañas no requería un empujón.
Por ejemplo, está la joven que escapa de su amo saltando a un río caudaloso, después ese pedacito de mujer que hace tremenda caminata para obtener su libertad y luego la vemos regresar para rescatar no solo su familia, sino a cuanto esclavo se deje guiar por ella hacia una vida mejor.
Con fusil en mano, la Harriet de Erivo es una luchadora comprometida, intrépida y brillante que Lemmons debió recrear a través de sus acciones, sin necesidad de incluir momentos en los cuales, por ejemplo, los blancos le aplauden. Eso vino con el tiempo, lógicamente.
Este filme biográfico es una cita obligada al cine por la importancia de su contenido y el trabajo, repito, que Cynthia Erivo aportó para llevar a la pantalla grande la vida y obra de una mujer extraordinaria que, a final de cuentas, dio al mundo una lección de democracia. Tanto que se requiere esto hoy en día, vaya. *** y media.
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