Humillado electoralmente, Juan Manuel Gastélum Buenrostro regresó a su cargo como presidente municipal de Tijuana con resaca electoral. En su intento por reelegirse, logró la irrisoria cifra de 38 mil 203 sufragios, es decir, el 10.34% de los votos emitidos, pero el 1.35% de la lista nominal. En otras palabras, de cada 100 tijuanenses con posibilidad de votar, solo una persona aprobó su desempeño como alcalde en las urnas. Apocalípticamente desprestigiado, pasaron 48 horas para que sin pena, “El Patas” se presentara en su oficina de gobierno, la cual abandonó por medio de una licencia de separación temporal el 6 de abril, a días que comenzara su campaña. Lo mismo ocurrió con todos los regidores del PAN que desdeñados como candidatos, se refugiaron de nuevo en la nómina municipal. La licencia del derrotado presidente municipal tenía la cómoda condición de indefinida, a diferencia de otros ediles que pusieron fecha para su regreso. Y gracias a que en la Ley del Régimen Municipal no están reguladas las licencias para separarse ni regresar a los cargos de elección popular, “El Patas” y sus regidores no tuvieron ni que ser aprobados ni notificados ante el Cabildo. Bastó con emitir un oficio a la Secretaría de Gobierno para que los perdedores se acomodaran en sus sillas. Solo transcurrieron tres días para que el gobierno de Tijuana diera a conocer que Gastélum se iría de viaje “de trabajo” a Baja California Sur el viernes 7 y el sábado 8 de junio, a una “Cumbre de Alcaldes”. Cercanos a la presidencia municipal juran que el panista no regresará a sus obligaciones hasta el lunes 10. Unas vacaciones a cargo de los tijuanenses, hospedado en el lujosísimo Grand Velas Resort frente al paradisiaco mar de Los Cabos, donde una noche se cotiza alrededor de los 22 mil pesos. Tantita pena, ¿no?
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