Jorge Alberto Cornejo Manzo ha sido por excelencia una rémora de los presupuestos panistas. Se hace pasar por diestro en medios de comunicación, estratega, y se convirtió en el agente para diseñar y ejecutar campañas de desprestigio contra quienes considera adversarios, ya sean funcionarios, candidatos o periodistas.
Su último puesto público fue en el gobierno de Francisco Vega de Lamadrid bajo el membrete de subdirector de publicidad e imagen, aunque en realidad era el encargado de entregar, negociar, extorsionar y amenazar con el dinero público a los medios de comunicación.
Antes de convertirse en el operador sucio del gobierno del Estado de Baja California, estuvo en la misma área en Sonora en la administración también panista de Guillermo Padrés, libre bajo fianza de un proceso por diversos delitos como enriquecimiento ilícito, asociación delictuosa y tráfico de influencias. En aquel Estado, Cornejo era el segundo de a bordo de Jorge Morales, ex director de comunicación social en el oscuro paso del ex gobernador panista. Morales igualmente estuvo preso justamente por las mismas prácticas de las que se le acusa a Cornejo: extorsión y desvíos de recursos públicos. Cornejo libró la justicia, al final del gobierno sonorense había encontrado amparo en el gobierno de Kiko Vega.
En 2016, decenas de periodistas en Baja California emitieron una carta pública al gobernador Vega para hacerle saber que su empleado Jorge Alberto Cornejo Manzo, era “señalado por directivos y periodistas… por servirse del manejo discrecional de los recursos públicos y contratos de publicidad, para pretender neutralizar las revelaciones de la corrupción gubernamental, y pretender manipular la información que recibe la sociedad”. El rechazo hacia la prepotencia con la que chantajeaba a los directores de la prensa fue unánime. Además de ser señalado –luego de una investigación digital– por producir campañas de difamación contra directoras de medios de comunicación como Adela Navarro y Dora Elena Cortés, de ZETA y AFN, respectivamente.
Unas semanas después del rechazo de prácticamente todo el gremio periodístico a las amenazas y extorsiones, Kiko tuvo que echar del gobierno a Cornejo. Pero en 2018 reapareció en la campaña presidencial. Según el equipo de Jaime Bonilla, en ese año candidato al Senado de la República, bajo las órdenes de Jorge Ramos, Jorge Cornejo encabezó una agresiva campaña de difamación en contra del hoy gobernador electo.
Desde el anonimato, y por medio de páginas de Facebook, la campaña negra acusó al entonces candidato de tener vínculos con el narco, de escándalos sexuales, exhibió la imagen de su esposa, montó varios sport de desprestigio para intentar frenar la candidatura del de Morena. El propio Bonilla en sus pláticas privadas responsabiliza a Jorge Ramos (entonces adversario electoral) y su también ex empleado en el gobierno panista municipal, Jorge Cornejo, del daño moral.
Pero en la campaña que recién concluía, Jorge Cornejo reapareció donde menos se esperaba: fue parte del equipo de campaña del presidente municipal electo de Tijuana, Arturo González Cruz, de Morena. En abril, Enrique Acosta Fregoso, ex candidato del PRI reveló la relación entre Cornejo y González pero en esos mismos días, este último se comunicó con algunos directivos de medios para negarlo.
Hace unos días, circuló una entrevista que un medio de Nayarit realizó a Jesús “Tito” Ceja Torres, quien se adjudicó en sus palabras el triunfo de Arturo González gracias a su equipo: “Aquí es activismo digital lo que aplicamos y aquí el venir a tocar las puertas no existe”, dijo en la entrevista el coordinador del acalde electo. Luego dio detalles que descobijaron a su jefe: “fue muy importante la consolidación de un equipo… nos aliamos con una empresa de aquí, de segundo piso, de Jorge Cornejo”.
Para Bonilla, el enemigo durmió en casa.