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lunes, febrero 19, 2024
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Hidalgo y Sinaloa, gobernantes hermanados por la miopía política

La desigualdad social es el problema que aqueja a un importante número de mexicanos, fenómeno que a su vez es derivado de la injusta distribución de la riqueza. Al concentrarse cada vez más la propiedad privada, la pobreza es una de las manifestaciones más graves de los niveles de desigualdad existentes en el país, sin embargo, las formas en las que se manifiesta son múltiples. La pobreza, como condición social, se encuentra determinada, según estadísticas, como multidimensional, tal como lo miden los organismos oficiales, entre ellos, el Coneval, el cual con esta clasificación, ha cuantificado el número de mexicanos pobres, aunque ubicados en distintos grados. Así, tenemos que existen pobres por la carencia de algún servicio, por ingreso económico de una persona/familia, el grado de escolaridad, etcétera, etcétera, que absorben en distintas escalas a los más de 54 millones de pobres existentes reconocidos oficialmente.

Combatir la pobreza, se vuelve entonces un buen objetivo en cada cambio de gobierno. No es distinto con el arribo del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien ha tenido en la pobreza uno de sus arietes de campaña reiterados, pero de los que ningún ejemplo de éxito presenta como garante de corso para atribuirse méritos de experimentado político que conoce la pobreza y cómo combatirla efectivamente. Es cierto que ningún gobierno mexicano, más allá del ex presidente Lázaro Cárdenas, se ha trazado una política de mejora económica que tuviera como centro un combate efectivo a la pobreza, ya que vemos que sus sucesores se encargaron de cumplir una agenda de políticas reformistas ancladas al capital financiero mundial. A lo largo de varias décadas incluso hoy se nos presentan como novedad, la visión de que los pobres son pobres por falta de pericia para salir adelante, por lo que invertir en el “capital humano” sigue siendo clave para avanzar hacia la equidad social. De ahí tenemos los programas tarjeteros y un sinfín de programas fragmentarios que han buscado que los pobres no salgan de la multi dimensión que ocupan, pero nada más.


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Y es que algunos gobernantes no sólo no han planeado estrategias para combatir la pobreza, sino que muchos, a pesar conocer las altas cifras de pobreza en las que se encuentran sus gobernados, se han negado a resarcir el daño y han ayudado a incrementar la problemática al negarles atención a obras y servicios prioritarios ¿cómo se explica que de una u otra forma el crecimiento de la pobreza se extienda casi de forma exponencial en muchos estados del territorio mexicano, cuál hongos en temporada de lluvia? En que tampoco en los estados de la república, se cambia la visión de cómo avanzar en atender a los pobres. Hidalgo y Sinaloa son dos claros ejemplos de este tipo de gobernantes, donde Omar Fayad Meneses y Quirino Ordaz Coppel, respectivamente, han puesto de manifiesto la forma en que se atiende a la pobreza y la desigualdad social de sus entidades: cerrando puertas de oficinas, ignorando las protestas y recurriendo a la intimidación.

La insensibilidad del gobernador priista se ha venido poniendo de manifiesto desde el primer momento en que los hidalguenses organizados en el Movimiento Antorchista hicieron entrega de su pliego petitorio, documento que enumera las principales necesidades del pueblo trabajador y que son tan esenciales como el agua para la vida, cualquier ciudadano desprejuiciado que revise el documento expuesto al gobernador hidalguense observará que no son canonjías o prebendas, sino proyectos de mejora social muy necesarios para superar la pobreza. Se cumplen ya varias semanas en que los antorchistas de este estado mantienen un plantón frente a las oficinas del gobierno estatal, recinto desde el que han denunciado la falta de atención por parte del gobernador, en donde además han sido víctimas de represión por parte del mandatario Omar Fayad; represión que ha sido denunciada en los 32 estados de la República y que exigimos se detenga para la salud del estado de derecho nacional.

En Sinaloa, la situación no es distinta, el gobernador, Quirino Ordaz, parece responder a la misma política de cero trato con las organizaciones como Antorcha, una lección que aprendieron bien ambos mandatarios y que aplican con todo rigor cual alumnos que buscan méritos gratuitos de su maestro, el ocupante de Palacio nacional. Es lamentable que familias enteras, desplazadas por la violencia, acampen a las puertas de donde despacha el gobernador y no sea capaz de conmoverse ante el dolor de hombres y mujeres que huyen de una violencia endémica buscando un techo digno y seguro para sus familias. El antorchismo sinaloense está decidido a no abandonar a los pobres y cuenta con el respaldo nacional.


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“Desde donde inicia la patria”, los antorchistas de Baja California, nos hemos manifestado en contra del actuar de Omar Fayad y nos sumamos en pro de la lucha de los hidalguenses, lucha que respaldamos y que defenderemos desde la frontera; hoy, la lucha nos pide más brazos y corazones valientes, nosotros nos sumaremos y tenemos el compromiso de sumar a más antorchistas, para que donde se requiera de nuestro compromiso y hermandad como un solo hombre y como un solo ideal, nadie retroceda. Los gobiernos anti populares de Hidalgo y Sinaloa nos muestran la urgencia de estadistas y también de un pueblo organizado que enfrenten en serio la pobreza.

 

Ignacio Acosta Montes, Coordinador del Movimiento Antorchista en el Noroeste del PAI y dirigente en BC.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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