La sociedad no traga el primor. No cree que los asesinos y delincuentes con careta de funcionarios con la camiseta 4T se conviertan en la Madre Antonia o Santa Teresa de Calcuta. ¿Qué programa de Gobierno proponen los cárteles que han operado por décadas en el norte? ¿Qué esperamos de los burócratas del sistema prianista que tienen hundidas a las ciudades en el feudalismo? ¿Qué futuro depara a las fronteras la vergüenza en inseguridad, transporte cavernícola, y la salud y educación en quiebra?
Ganar a pulso el poder político con las características de México, en una selva de intereses creados, tiene complicados retos y costos de gobernabilidad.
El deseado tino con que se tomen decisiones de política económica que atraigan la confianza en la inversión será fundamental. Su asertividad buscaría llevar la fiesta en paz y un crecimiento que celebre empleos, nueva tecnología, investigación aplicada, capital fijo, productividad, un fisco robusto producto de la cooperación del Estado y el empresariado.
Implica trabajar con inteligencia la arquitectura del sistema político y económico, aterrizar estrategias de Estado con autentico liderazgo, legitima representatividad y convencimiento.
No sobran habilidad, argumentos y diálogo político con el capital transnacional y las fuerzas políticas y económicas internas que quieren participar en el juego, con claros compromisos de responsabilidad social y beneficios compartidos.
Movidos con un ánimo de pacificar el país, enmendar irregularidades y vicios de procesos entre estado, capital y trabajo. Las características del viejo sistema neoliberal, requieren una transición cuidadosa en los ámbitos de la justicia y la administración federal y regional.
Es un desafío aterrizar esa fórmula de reconciliación en las entidades del norte del país, con el oligopolio del Prian. ¿Cómo operar esas expectativas de 30.1 millones de adherentes en el norte de México?
En quién te apoyas y bajo qué condiciones negociar el “gran cambio” con los actores políticos y económicos regionales donde predomina la hegemonía del Prian.
Es falso que llegó un gobierno de izquierda, llegó un apagafuegos que pretende ser cirujano para estabilizar la extrema gravedad del paciente en crisis de extrema violencia y desigualdad.
Quien tiene los hilos del poder financiero es la burguesía empresarial. La izquierda no tiene músculo de masas ni un sindicato importante siquiera. Y el congreso es una pieza dependiente de la voluntad del presidente. Y Morena ni nadie puede gobernar en soledad, hay de facto un acuerdo con el PRI, para aislar a la rabiosa derecha panista, y es cada vez más obvio. Un riesgo de equivocarse en este sexenio es que las ultras puede capitalizar el descontento social.
El Prian es una casta crítica de empresarios dueños absolutos de la economía regional, la banca, el comercio, la industria la controlan y son el inevitable interlocutor para concesiones y alcances del sexenio. Paradójicamente son responsables de la situación de quebranto social, son perdedores ideológicos pero quieren imponerse en la escena política secuestrando a Morena.
Un grupo compacto de empresarios que simultáneamente son actores ante las insuficiencias e inexperiencia de la nueva clase política, se sirve con la cuchara grande de una manera cada vez más grosera.
CCE, Canacintra, Coparmex, Canaco, banqueros, etcétera, hacen jugosos negocios con privilegios fiscales, crediticias, de infraestructura, imposibles en un país desarrollado. Proyectos lucrativos para sus intereses, pero con un costo de marginación, pobreza y miseria que abonan a la ingobernabilidad.
La macroeconomía está contaminada (narco economía) donde, los empresarios lavan (“invierten”) capitales de la delincuencia organizada, y eso convierte ciertas plazas y particularmente las fronteras “prosperas” en apariencia en algo muy violento, peligroso e ingobernable.
El norte arde, de Baja California a Tamaulipas, y ahora invadió el centro del país como Guanajuato. La coherencia del discurso de justicia, honestidad y gobierno eficiente aquí se complica ante una clase trabajadora vacía, dominada y desconectada de la realidad política.
Mientras se baja al piso se ve más lodos. De tal modo que cuando vemos la 4T de carne y hueso, con nombre y apellido, nos vamos de narices, con los nuevos responsables del cambio de López Obrador, un dirigente social que tiene fama de honesto, trabajador, inspirado en figuras de la historia patria, pero operadores bizarros e impresentables. El cambio no viene por decreto.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com