Hace unos días, para ser más precisos el lunes 4 de marzo a través de Milenio Televisión, en vivo y en directo, contemplamos diversos actos violentos que son el presagio de lo que puede suceder más adelante sino encontramos solución a los conflictos nacidos por la crisis económica y política que azota a algunas poblaciones de nuestro país.
La quema de camiones y automóviles, el robo de combustible, la presencia del crimen organizado y las balaceras en los poblados, nos llevan a concluir que estamos viviendo una situación peligrosa que puede llevarnos a la anarquía o de plano, al uso de la fuerza militar, dejando a un lado las soluciones jurídicas y políticas que permiten a una comunidad encontrar la fórmula para lograr la paz y la tranquilidad ciudadana.
Con anterioridad hemos estado presagiando la posibilidad de un aumento en el empleo de la violencia como instrumento para reclamar promesas incumplidas, llevadas a cabo por políticos mentirosos que usan el engaño para lograr el voto, y cuando cuentan con este, se olvidan de las obligaciones adquiridas con los electores.
Subyace en el ambiente político mexicano una sublime ignorancia y un profundo desinterés hacia la rebelión que se está fraguando en diversas poblaciones del país. Noventa años de falsas promesas administradas por partidos políticos, están llevando al país a un probable estallido social.
El Estado es un poder de mando jurídicamente regulado diría Jellinek, los elementos que lo integran son gobierno, territorio y población, es un instrumento para mantener el orden y la tranquilidad; y cumple su función en la medida en que se dé la convivencia pacífica entre los ciudadanos, y el instrumento para lograr la paz social es la aplicación del derecho y un poder judicial autónomo basado en los derechos humanos que enseñe a vivir bajo el techo de la norma jurídica, lo que seguramente traerá como consecuencia, además de la paz y la tranquilidad de que hemos hablado, un desarrollo económico sustentable, ajeno a la demagogia.
Nadie en su sano juicio desea el ominoso futuro que es posible que llegue a presentarse, se concretice en la realidad.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.