Este es un magistral thriller de Lee Chang-dong, que obtuvo el Premio del Jurado en Cannes y está basado en el cuento “Quemar graneros” del maestro Haruki Murakami. Este relato casi imposible de llevar al cine, nos obliga a seguir paso a paso a Lee Jong-su, preso de sus obsesiones, celoso de la fortuna de Ben (Steven Yen), a quien describe como uno de tantos jóvenes “Gran Gatsby” que hay en Corea del Sur. Apasionado de Hae-mi Jeon Jong-seo), una joven extrovertida y liberal que conoció en la secundaria y que, a raíz de un encuentro casual, se convierte en una fijación, sobre todo después de su misteriosa y repentina desaparición.
Esta historia se termina en la última escena y entonces se entiende al protagonista brillantemente interpretado por Yoo Ah-in, preso de una pasión que no expresa porque su aparente pasividad se lo impide.
Sin embargo, el ardor ahí está, la rivalidad evidenciada con testosterona también, y el misterio se plantea pero no parece resolverse porque cada vez más, Ben afianza su imagen de un niño rico, atrevido, transgresor, hasta desafiante y burlesco.
Un gato perdido, el restaurante de la familia y la administradora de los modestos departamentos donde vive la chica, son las claves que Jong-su metódicamente recolecta y ordena en su mente en el afán de dar con su amada Hae-mi, pero entre más busca, parece toparse con menos respuestas.
La narración es lenta, detallada sobre todo en lo que corresponde a la primera mitad de la película, pero cuando hemos comprendido todos los detalles -o al menos eso creemos-, impresiona la destreza del director para desarrollar el suspenso partiendo de un relato de Murakami muy difícil -si no es que imposible- de adaptar al cine.
Mientras se llega a ese clímax y desenlace, la complicidad de los actores con el realizador es absoluta y funciona sin flaqueza alguna. Qué manera, entonces, de llevar esta historia hasta sus últimas consecuencias, justificando plenamente la ovación en Cannes para Lee Chang-dong, un realizador que hay que mantener en el radar. ****
Punto final.- Después de “El abrazo de la serpiente” hay que ver “Pájaros de verano”, de Ciro Guerra. No hay duda en esto.