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martes, octubre 1, 2024
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Tlahuelilpan: la fiesta y el infierno

Una roca lanzada, una llamada que entró a un teléfono celular, la fricción de ropa de tela sintética, o el encendido de un cigarrillo a distancia, son factores que pudieron provocar la explosión en la toma clandestina del ducto de Petróleos Mexicanos en Hidalgo, donde ya superan las 100 víctimas fatales. Antes que se desatara el infierno de la explosión, los pobladores de Tlahuelilpan bailaban y se bañaban con gasolina. Elementos del Ejército les advirtieron, pero no hicieron caso. CNDH acusa de inacción a las autoridades, pero López Obrador y la Sedena defienden a los soldados

Lo que ocurrió el viernes 18 de enero en Tlahuelilpan, Hidalgo, cuando fue abierta una toma clandestina de hidrocarburos en el Kilómetro 226 del ducto Tuxpan-Tula, fue un verdadero infierno.

La tragedia humana es evidente. Al cierre de edición de ZETA, la tarde del jueves 24 de enero, las cifras oficiales daban un saldo de 100 personas fallecidas -la mayoría quedaron carbonizadas en el lugar de la explosión-, además de medio centenar de heridas, con quemaduras de graves a leves.

Los casos más críticos, en especial menores de edad, fueron trasladados vía aérea a un hospital estadounidense especializado en quemaduras, el Shriners for Children con sede en Galveston, Texas. Uno es un niño de 2 años de edad, así como dos adolescentes de 15 años.

Según especialistas, la toma clandestina ocasionó un derrame de combustible de aproximadamente 100 mil litros pertenecientes a Petróleos Mexicanos (Pemex), equivalente a cinco pipas.

Fueron horas en que de poblados cercanos a la zona del derrame, estuvieron llegando personas para cargar combustible en tambos, bidones, cubetas, garrafones y botellas. La fuente ilícita de gasolina se convirtió en su tesoro y posterior muerte.

Ya entrada la noche, algo detonó la explosión. Hay quienes analizan el encendido de un cigarrillo en las cercanías ya empapadas de combustible, otros presumen una ignición producto del roce de metales, incluso de telas. Considerando el derrame provocado, se estima que la explosión fue equivalente a encender 368 mil 400 cartuchos de dinamita.

No fue para menos. A la hora que el Ejército Mexicano fue alertado de la fuga de combustible, aproximadamente a las dos de la tarde, la “fuente” de gasolina alcanzaba los seis metros de altura. Hombres, mujeres, jóvenes y niños, se abalanzaron para llenar recipientes con el combustible. Se bañaron en él, se empaparon y dejaron un rastro que los siguió.

Cuatro horas después, pasadas las seis de la tarde, sucedió la explosión. Entonces las llamas alcanzaron los veinte  metros de altura.

 

TIEMPO Y OMISIÓN DE RIESGO, FACTORES PRINCIPALES

Para el Capitán de la Dirección de Bomberos Tijuana, Carlos Gopar Uribe, haber omitido el alto riesgo que representaba perforar el ducto y tiempo que trascurrió expuesto el producto inflamable, fueron los dos factores de inanición más relevantes que provocaron la tragedia.

En entrevista con ZETA, el funcionario resaltó que algo fundamental fue haber olvidado que la gasolina es un producto altamente explosivo no solamente por la cuestión del líquido, sino por los gases y vapores que se producen, los cuales son demasiado volátiles.

En ese sentido, detalló que se debe de tomar en cuenta el tiempo que la fuga estuvo expuesta, la presión generada en el ducto para que saliera el líquido como fuente, la cantidad de combustible que se iba acumulando en el suelo y el tiempo que los vapores se estuvieron impregnando entre todas las personas, los cuales esparcieron aún más el riesgo que ya se tenía desde que el ducto fue perforado.

 

Entre los factores de combustión, figura el haber portado  ropa sintética que al momento de generar fricción, deriva una chispa, una roca -que también provoca chispa-, un teléfono celular que pudo haber recibido una llamada y cuya energía es suficiente para provocar una fuente de inanición; o bien, alguien a la distancia pudo haber prendido un cigarrillo.

Gopar Uribe resaltó que debido al tiempo que los gases se estuvieron esparciendo, la inanición pudo llegar de cualquier parte fuera de donde todo sucedía, no solamente del punto de fuga.

Respecto a si se hubiera podido evitar el hecho, resaltó que sería muy complicado, ya que al momento de estar manipulando el ducto, el tiempo que transcurrió y el pasar por alto los factores de riesgo, era inevitable que no pasara la explosión, es decir, fue algo provocado.

Referente a las responsabilidades, destacó que “cuando hay una fuga, se reporta y se hace caso omiso, obviamente recae una responsabilidad en la autoridad, pero en este caso lamentablemente fue la misma gente quien provocó la fuga en el ducto, y al momento de minimizar los factores de riesgo, vino esta situación”.

Por ello, en las gasolineras hay diferentes señalamientos que advierten de diferentes acciones, ya que el grado de inflamabilidad de los combustibles es muy grande; el caso es que había personas adultas y conscientes de lo que estaban sustrayendo.

“Sabían que el grado de riesgo era altísimo y lamentablemente lo pasaron de largo, hubo un exceso muy grande de confianza por parte de las personas”, puntualizó.

 

LA ALERTA DE LOS SOLDADOS

En las fotografías aéreas de la zona de desastre, la magnitud de éste es más que evidente.

La gasolina líquida no explota al contacto al fuego, sin embargo, los vapores que generó la fuga de hidrocarburo, la presión residual del combustible y la chispa ocasionada por la fricción de una prenda sintética, pudieron generar la explosión, según una versión preliminar de peritos de la Policía Ministerial Federal, dependiente de la Fiscalía General de la República (FGR) y que no descarta otras hipótesis que pudieron causar la tragedia.

A temperatura ambiente de entre 16 y 20 grados, la gasolina libera moléculas en forma de vapor, y como es un hidrocarburo -que tiene una línea de carbón-, el peso del vapor es mayor al del aire, lo que originó que los vapores se depositaran en el suelo en forma de neblina.

La gasolina tiene un punto de ebullición de 40 y 150 grados centígrados, sin embargo, considerando la presión de mil 500 metros por segundo con que salía del ducto y la extensión de la fuga que alcanzó aproximadamente 15 metros de alto por 4 de ancho, al momento de la explosión el hidrocarburo ardió a aproximadamente mil 200 grados centígrados, generando una onda expansiva.

Según testigos de los hechos, aunque estaban conscientes de que era peligroso, las posteriores víctimas decidieron arriesgarse a recolectar con bidones o cualquier recipiente un poco de hidrocarburo de la toma clandestina del ducto de Pemex.

Poco tiempo después de difundirse la noticia, al lugar llegaron más de mil habitantes de Tlahuelilpan. A pesar que advirtieron a los espontáneos ladrones de gasolina, los 25 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que se encontraban en la zona no pudieron contener la rapiña.

Las escenas posteriores a la explosión quedaron grabadas en muchos celulares. Personas corriendo en llamas, gritando por auxilio, revolcándose, muriéndose. La gente corría, algunos con las ropas en llamas, y según “Octavio”, quien tiene un puesto de venta de barbacoa cerca del lugar de los hechos, los soldados nada pudieron hacer por las víctimas. El testigo declaró al diario capitalino El Universal que lo que provocó el siniestro fue la imprudencia de alguien al encender un cigarrillo. Sin embargo, no se sabe lo que causó la explosión. La FGR  sigue investigando y prometió tener resultados pronto.

“(Los soldados) Actuaron muy bien, hubiese estado más complicado posiblemente si hubiesen tratado de impedir a la multitud lo que se estaba haciendo”, aseguró el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en conferencia de prensa oficiada el fin de semana, tras surgir las primeras críticas contra la institución castrense. “Todo mi apoyo a la actuación del Ejército”, añadió el mandatario.

Por su parte, el General Luis Crescencio Sandoval González, titular de la Sedena,  aseguró que el Ejército alertó a los ciudadanos que era peligroso, pero desoyeron el toque de atención de las autoridades. “Se busca evitar que las personas se acerquen al oleoducto, pero hacen caso omiso y se tornan algunos de ellos un tanto violentos”, resaltó.

Mientras tanto, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dio a conocer que inició un expediente para investigar las posibles omisiones  e “inacción” de los servidores públicos involucrados antes y después de la tragedia.

De testimonios recogidos en medios de comunicación y redes sociales, se sabe que los pobladores se enteraron de la fuga de gasolina a través de llamadas telefónicas, aplicaciones de mensajería instantánea y también “corriendo la voz”.
“Él me habló. Por medio de mensaje a él le hicieron llegar que estaba saliendo gasolina. Nos fuimos en su moto. Eran como cuatro y media a cinco,  la hora”, dijo en televisión Antonio López, quien no podía estar en el lugar, ya que “era muy fuerte el olor” y “así no se puede recolectar”.
El hombre agregó: “Había gente que estaba juntando y sacando (gasolina), pero mucha gente estaba como bailando, bañándose de hecho, varios sacaron botes y se mojaban bien, aunque les ardían los ojos estaban ahí, echando su gasolina”.
Después sobrevino la tragedia, de la cual narró: “Veía mucha gente revolcándose, brincando, corriendo, ardiendo prácticamente; y los que estaban prácticamente en una zanjita, estaban todos tirados. Fue en un ratito que se quemaron”.

 

MÁS DE 100 MUERTOS

Un total de 102 personas fallecidas por la explosión en una toma clandestina en el ducto de Pemex  en Tlahuelilpan, Hidalgo, además de 70 heridos, los cuales son de gravedad, fueron el reporte del jueves 24 de enero.

Sobre los fallecidos, el Gobierno del Estado de Hidalgo compartió a través de un comunicado que 68 murieron durante la explosión y 34 en hospitalización, aunado a que cuentan con 68 restos, de los cuales 15 fueron identificados; 14 ya fueron entregados a sus familiares.

Además, destacaron que han sido abiertas 76 carpetas de investigación por desaparecidos, las cuales están en curso y proceso de investigación.

En cuanto a los heridos, se informó que  están distribuidos en diversos hospitales del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado de Hidalgo; Unidad Médica de Alta Especialidad en Magdalena Salinas; Hospital General de Zona Número 6 de Tepeji del Río; además, en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre y otros nosocomios del Estado de México y Ciudad de México, en tanto que algunas personas fueron trasladadas a Galveston, Texas.

Las edades de las personas heridas y fallecidas oscilan entre los 25 y 35 años, de acuerdo a los promedios que se compartieron en los listados de identificadas, sin embargo, es conocido que en los hechos fallecieron incluso menores de entre 12 y 15 años.

 

TRAGEDIAS ANTERIORES

La explosión que en diciembre de 2010 se presentó en San Martín Texmelucan, Puebla, dejó un saldo de 29 personas fallecidas, siendo considerada la peor tragedia de su tipo en México, hasta antes del incidente en Tlahuelilpan.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Carlos Álvarez Carlos Álvarez carlos A 1008 carlosalvarezacapulco@gmail.com
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