La película tiene un director de primera como Steve McQueen (“12 años de esclavitud”), quien también escribió el guion con una autora de considerable colmillo, de nombre Gillian Flynn (“Gone Girl”).
Si se está de humor para un thriller con un toque feminista, ésta es la mejor opción, pues básicamente lo que se cuenta aquí en la conversión de cuatro mujeres al mundo del crimen cuando sus maridos mueren con las manos sucias.
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A la cabeza está Viola Davis en el rol de Veronica Rawlins, la delegada de un sindicato de maestros cuyo marido (Liam Neeson) es un audaz ladrón de bancos.
Cuando el robo de 2 millones de dólares de la cuenta de Jamal Manning (Brian Tyree Henry) sale mal, el mafioso de Chicago va en busca de la viuda -Veronica- y de su dinero.
La única salida que ve la mujer es organizar un grupo con el resto de aquellas que acaban de perder a su pareja, papeles que bien interpretan Michelle Rodriguez y Elizabeth Debicki.
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A la mezcla se agrega el político nada partidario de la gente de color (Robert Duvall) y el convincente matón encarnado por Daniel Kaluuya para desarrollar un largometraje sumamente entretenido, bien llevado, con el suspenso que emana del grupo de delincuentes en ciernes que también siente el peso de la discriminación de género.
Pero no hay motivo para preocuparse: con esta premisa, McQueen nunca pretendió hacer una denuncia ante la injusticia social. Su único objetivo fue construir un buen thriller, bien actuado, con un elenco de renombre y una historia con la que pudo jugar a su antojo hasta el final. Por eso vale la pena darse una vuelta al cine. *** y media.
Punto final.- “Roma” por Netflix en diciembre. Hay que estar pendientes.
