El concepto del perdón irrumpió en el imaginario colectivo de la humanidad, de tal forma y con tal contundencia que inauguró el primer año de una nueva civilización. Jesús a diferencia de su padre castigador y cruel, propuso que nos perdonáramos los unos a los otros, en lugar de exigir el ojo por ojo y diente por diente. Su mensaje pudo ser entendido y adoptado por una sociedad harta de los abusos y la violencia, porque él ofrecía a su vez, en nombre propio y de Dios padre, el perdón a cualquiera que experimentara verdadero arrepentimiento.
Era tanta su convicción de que el perdón era más poderoso que la venganza, que para conseguírselo a la humanidad, se ofreció como cordero de sacrificio a su celotípico y vengativo padre. El perdón al que apelaba Jesús era el de Dios y el de los humanos entre sí, era un perdón moral, profundo, que sanara el dolor del alma, pero dejó también claro que al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Es decir, no se oponía al castigo que las autoridades terrenales pudieran infringir al infractor, pero apelaba en todo caso a la misericordia y al amor como la herramienta más poderosa para conseguir la paz social. Fue tan poderoso su discurso que modificó la cosmovisión occidental, en tal grado que incluso en las leyes de la mayoría de los países que tienen fuertes castigos para el infractor, el indulto y la amnistía es posible.
El presidente López Obrador en campaña propuso el perdón como fórmula de reconciliación social, lo ofreció siempre en los márgenes internos de la ley. Hoy se ha retomado el tema porque ya elegido dice no querer perseguir a los corruptos formando comisiones de la verdad o comisiones del congreso para investigar el pasado, asumiendo que esa política significa un perdón a los agravios propios y a los agravios a la sociedad por décadas de corrupción.
Sin embargo, ha reiterado que es respetuoso de la división de poderes y de la autonomía del ministerio público, y que la aplicación de la ley seguirá su curso normal, a reserva de una posible amnistía legal, a la delincuencia famélica que le da cuerpo y base social a la delincuencia organizada.
La propuesta de Andrés Manuel tiene como finalidad iniciar en punto cero una nueva etapa en la que la confrontación que nos ha acompañado las últimas tres décadas no reine más. Su propósito evidencia tener la mira muy elevada, no quiere administrar la República para que todo siga igual, asume que con él elegimos no a un administrador sino a un presidente que debe ejecutar cambios profundos.
Él sabe que iniciar una etapa de juicios implicaría la polarización y el desgaste inmediato de su gobierno, pues por cada orden de aprehensión que gire el ministerio público existirá un amparo para el poderoso, por cada sentencia existirá una apelación, llevándolo a distraerse del objetivo principal que es, abatir la desigualdad, la violencia, la inseguridad, la corrupción y, propiciar el crecimiento económico, el desarrollo social y la armonía. Con todo esto conseguir, la cuarta transformación, la democrática.
Pero nunca había visto a grupos de poder solicitar tan esmeradamente ser fusilados. AMLO ha propuesto el perdón y los principales beneficiarios de esta política, obnubilados por la desesperación que les genera ver su reino perdido, creyendo que las mismas mañas que fueron reprobadas en el proceso electoral próximo pasado les pueden servir para recuperarlo, sin estrategia ni cohesión de filas, se ponen a malabarear con su destino al borde del precipicio, intentando desgastar al presidente, mediante sus bots y sus medios, criticándolo por proponer un perdón del que ellos serían los únicos beneficiarios, contaminando además, el verdadero debate que sobre él tema debemos dar conscientemente los mexicanos. El presidente electo está a punto de tomarles la palabra. ¡Aguas!
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com