A principios de mayo, el Gobierno de Juan Manuel Gastélum alias “El Patas”, tomó protesta a su viejo amigo Francisco Javier Palacio Bórquez como el nuevo director de vialidades y Transporte. Puesto que debería dedicarse poner en orden, mejor dicho, en administrar el desorden del servicio del transporte y sus usuarios en Tijuana.
O, según sea el caso, el encargado de organizar a las mafias que opera en las diferentes áreas del transporte público y pactar las concertaciones, canonjías o beneficios a modo de moches y sobornos para que las cosas sigan estando como todo el mundo las conoce: la intocable mafia del Transporte en Tijuana y su deficiente servicio.
El jueves por la madrugada, un grupo de hombres llegó hasta la casa del Director Palacio, prendieron las mechas de botellas con gasolina, tapándose el rostro y arrojaron varias, de acuerdo a un informe preliminar. Parte de su domicilio ubicado en la delegación La Mesa fue alcanzado por el fuego y dos vehículos sufrieron daños. El atentado quedó registrado en las líneas telefónicas de emergencia. Policías municipales, los primeros en llegar; bomberos después. La escena quedó bajo control sin pérdidas humanas ni lesiones que lamentar.
¿Pero qué hay detrás de este ataque y de este personaje?
Cuando Francisco Vega de Lamadrid, hoy gobernador de Baja California, fue presidente municipal en Tijuana (1998-2001), Juan Manuel Gastélum fue su secretario de ayuntamiento. Desde aquel entonces, cuentan quienes conocen su carrera, Francisco Javier Palacio Bórquez, cercano a “El Patas”, encabezaba un grupo de inspectores de bares y comercio ambulante. Luego, cuando Gastélum fue diputado, Palacio era su asistente y chofer. Sin duda, un hombre de confianza –aunque sin experiencia en el tema del transporte– para el hoy alcalde.
De pronto, luego de medio año en el cargo, a principios de esta semana, la Dirección de Transporte Público realizó un “operativo” para sacar de circulación a 40 taxis libres irregulares. Unos días, Palacio repitió la operación y “recogió” 80 vehículos más sin los permisos para circular.
“El resultado de estas acciones ha resultado de manera positiva, ya que la ciudadanía merece un transporte digno, de calidad y sobre todo seguro. La indicación del Alcalde Juan Manuel Gastélum Buenrostro es cero tolerancia al transporte irregular y sacar de circulación la mayor cantidad de unidades irregulares que sea posible”, son las palabras adjudicadas en el comunicado oficial del Ayuntamiento al Director.
Pero dentro del gobierno y en los grupos de transportistas tienen otra versión: que los operativos de los taxis clonados tenían dedicatoria a un solo grupo que regentea los piratas al volante. Que hubo inconformidades, llamadas al celular del director por parte de los afectados, alegando acuerdos previamente pactados.
Según una fuente, los jefes de los taxis irregulares defendieron las “cuotas” pagadas a los inspectores de vialidades de nombre Juan, Ángel y Francisco.
En todo caso pues, el móvil del ataque la madrugada del jueves apunta al grupo de un hombre apodado “El Zopi”, a quien le identifican como “El rey de los taxis clonados” y el principal afectado de los operativos; no así para otro personaje conocido como el “licenciado Martínez”, quien pilotea a otro grupo importante de taxis libres.
Por cierto, luego del ataque, ni la policía municipal ni bomberos solicitaron la presencia de agentes ministeriales ni de servicios periciales para procesar la escena, a pesar de que en ese momento determinaron el uso de las bombas molotov en el ataque directo. Lo mantuvieron oculto hasta al día siguiente, casi al medio día, el director se presentó a formalizar su denuncia. Larga historia…