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sábado, febrero 17, 2024
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Que no te pase lo que a don Pancho

Resulta que don Pancho se encontraba bien de salud, hasta que un día su mujer, a instancias de una amiga, le planteó:

Pancho, ya vas a cumplir 68 años, es tiempo que te hagas una revisión médica.


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“¿Y para qué?,  si me siento muy bien”.

Por prevención, ahora cuando todavía te sientes joven.

Así que Pancho fue a consultar al médico, quien con buen criterio, le mandó hacer exámenes y análisis de todo. A los quince días  le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios por mejorar. Entonces le recetó Atorvastatina en grageas para el colesterol, Losartán para la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes y Loratadina para la alergia.


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Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le prescribió Omeprazol y diurético para evitar edemas.

Pancho fue a la farmacia y se gastó en medicamentos una parte importante de su jubilación.

Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes eran para la alergia, las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón iban durante o al terminar las comidas, volvió al médico, quien luego de hacerle un pequeño ajuste con las ingestas, lo notó un poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó  Alprazolam y Sucedal para dormir.

En lugar de estar mejor, don Pancho cada día estaba peor. Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento que no tuviera que tomar alguna pastilla.

Con tan mala suerte, a los pocos días Pancho se resfrió y su mujer lo hizo acostar, pero esta vez, además del té de menta con canela, limón y miel, llamó al médico. Este le informó que no era nada, pero por prevención le recetó Tabcin cada doce horas y Sanigrip con Efedrina. Como empezó con taquicardia, el doctor agregó Atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de un gramo cada doce horas por diez días. Al cabo de unos días, a don Pancho le brotaron hongos y herpes, y entonces se le administró Fluconazol con Zovirax.

Para colmo, Pancho se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas.

Todo lo que leía eran cosas terribles. No solo podía morir, sino que podía tener arritmias ventriculares, úlceras, sangrado anormal, náusea, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones mentales y una larga lista de cosas espantosas.

Asustadísimo,  llamó al doctor, quien al verlo trató de tranquilizarlo, asegurándole que no tenía que hacer caso de esa información que los laboratorios ponen nomás por poner.

“Tranquilo, don Pancho, no se alarme”, le dijo el médico mientras le hacía una nueva receta con Rivotril, un antidepresivo, más Sertralina de 100 miligramos. Y como le habían empezado a doler las articulaciones, le añadió Diclofenaco.

Por ese tiempo, cada vez que Pancho cobraba la jubilación, más de la mitad se iba a la farmacia. Tan mal se había puesto, que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, murió. Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el dueño de la farmacia.

Autor: Un tal Francisco.

 

Respuesta concreta

Una señora dice a su esposo:

Los nuevos vecinos son tan amorosos…  él la besa, la acaricia, le hace arrumacos. ¿Por qué tú no haces lo mismo?

“¡Pues, porque yo casi no conozco a esa señora!”.

Autor: El vecino.

 

Sinceramente…

Un buen día llega el marido a la casa con gesto de desesperación y enojo, se acerca adonde su mujer y le dice:
— ¡Visité a una adivina y por mil 500 pesos me dijo que me estabas engañando con otro!

“Me lo hubieras preguntado a mí, ¡yo te lo hubiera dicho gratis!”.

Autor: Ex esposa.

 

La pesadilla

Un tipo llega al psiquiatra con un ataque de nervios:

Doctor, llevo tres semanas soñando que mi suegra viene a comerme, cabalgando sobre un cocodrilo.

“¿Sí?”.

Sí, doctor, esos ojos amarillos, esa piel escamosa, esos dientes afilados…

“¡Qué terrible!”.

¡Y espere que le describa el cocodrilo!

Autor: El suegro cómplice.

 

Burro-cebra en El Cairo

El Jardín Internacional de El Cairo, Egipto, está metido en tremendo lío luego que un estudiante de nombre Mahmoud Sarban, publicó fotos en Facebook donde sospecha que las cebras que se encuentran en dicho zoológico en realidad son ¡EN ZERIO! burros con rayas negras pintadas.

El director del parque, Mohamed Sultan, dijo a la prensa local que sus cebras son de verdad, aunque expertos veterinarios han comentado ampliamente sobre este caso, indicando diferencias sobre todo en el hocico de ambas especies.

En 2009, un zoológico en la franja de Gaza falsificó las cebras argumentando que el bloqueo comercial impuesto por Israel a Palestina le impedía adquirir estos especímenes, y en 2010, otro zoológico en China intentó hacer pasar un perro-león (mastín tibetano) por un león melenudo.

Al menos en “La Revu”, aquí en Tijuana, sí lo llamamos por su nombre: el auténtico burro-cebra.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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