Como se dice coloquialmente, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”; así es la realidad que enfrenta en estos días, el Partido Acción Nacional. Después de sufrir su peor descalabro presidencial en años (su candidato Ricardo Anaya obtuvo menos votos que Josefina Vázquez Mota), se niegan a reconocer el tamaño del fracaso.
Como los panistas se negaron en su sesión pasada de Consejo Nacional a discutir, reflexionar y debatir lo sucedido el 1 de julio, yo aportaré algunos aspectos de lo que considero, fue la derrota más profunda de este instituto político.
El candidato Ricardo Anaya simplemente fue una decepción, nunca logró transmitir con emotividad algo que los mexicanos quisieran escuchar. Empeñado primero a dirigir el PAN para después poco a poco hacerse de la candidatura presidencial a cualquier costo, fue destruyendo no solo a su partido, sino cualquier posibilidad de éxito. Es la primera vez que se presenta una desbandada tan grande como la que aconteció. De hecho, varios candidatos ganadores de Morena provienen justamente de las filas blanquiazules, y otros, si bien no ganaron, causaron el suficiente daño para restarle votos a los panistas.
Fue tan mal candidato Ricardo Anaya que puso como coordinador de campaña a Jorge Castañeda, un personaje que solo sabe acomodarse dependiendo de donde esté la oportunidad de obtener alguna ganancia política o económica. El otrora “joven maravilla” se sintió atacado duramente por el Gobierno Federal -no se equivoca-, pero se le olvidó un refrán que ahora aplica en todo su esplendor: “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta”; es decir, se dieron a conocer aspectos de la vida de Anaya que son ciertas, por ejemplo, propiedades o negocios turbios, así como una vida de lujos de su familia en Atlanta.
Otro de los aspectos que llevaron a la derrota fue la alianza con el Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano. El PAN quiso aplicar pragmatismo puro y simplemente no le funcionó, sus simpatizantes vieron cómo el blanquiazul renunció a su mística que lo hacía atractivo por una alianza que proponía temas o asuntos diametralmente opuestos a sus principios y valores.
Tan mal fue el trabajo que se realizó en la operación del Frente que tuvieron que ceder posiciones importantes a personajes con un desempeño francamente deplorable, como fue el caso de Miguel Ángel Mancera, quien incluso llegó propuesto por el PAN y no por el PRD. Así de absurdo.
Una vez que pasó el proceso electoral con los resultados ya conocidos por todos, se esperaba que el PAN iniciara un análisis serio de los acontecimientos que le permitiera ir madurando lo que sucedió y que, en la medida de lo posible, no se volvieran a presentar.
Para sorpresa de muchos, no hubo una valoración de las elecciones, sino que el grupo en el poder que comandaba Ricardo Anaya operó para que la reunión de Consejo Nacional fuera tersa, sin señalamientos ni críticas, más bien un reconocimiento al trabajo realizado por su candidato y equipo de campaña.
De nada sirvió el mensaje enviado por los mexicanos a los políticos panistas, al contrario, el “grupo anayista” se cerró aún más con miras a la renovación de la dirigencia al nombrar como responsable del proceso a Cecilia Romero, una mujer con carrera propia en el PAN, pero obsoleta para lo que se requiere.
Así pues, la respuesta con la que el PAN quiere enfrentar los nuevos retos se llama Marko Cortés, un político mediocre que solo responde a los intereses de su jefe Ricardo Anaya, el candidato más vapuleado en la historia reciente.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
