Ensenada. En la zona noroeste de Ensenada funcionan más los centros de rehabilitación para adolescentes y adultos adictos al consumo de drogas, que escuelas y parques públicos.
En promedio hay 50 centros de rehabilitación en ese polo, donde reside un tercio de la población y convergen al menos, 40 colonias con alta incidencia delictiva y marginación.
De acuerdo a un cálculo hecho por quienes trabajan para estas instituciones, la mayoría carecen de permiso del gobierno Municipal, quien regula el uso de suelo.
“Los hay por todas partes, son un monumento a la ilegalidad porque nadie los controla”, indicó un médico que pidió reservar su identidad, pero que labora como inspector de estos lugares.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), apenas tiene registrados 82 centros de rehabilitación, pero en todo el municipio de Ensenada, los cuales vigila periódicamente; informó la química Fabiola Zamora Rendón.
El problema tiene rebasada a la dirección de Catastro y Control Urbano, tampoco hay plan para controlar la operación de más espacios.
La última ocasión que se supo sobre la suspensión de actividades del centro contra las adicciones “Rite off Passage”, en enero de 2017, fue durante la pasada administración y esto gracias a quejas de vecinos del exclusivo fraccionamiento Chapultepec.
Los operadores del establecimiento solo se mudaron a la zona noroeste, donde están las colonias populares.
“Las Granjas”, el centro más grande visto desde adentro
Con 23 años funcionando, la institución opera prácticamente en la clandestinidad, sin permisos ni autorizaciones de la Dirección de Catastro, pero cada piedra de los miles de metros construidos la han colocado los mismos internos con el trabajo voluntario que se les exige.
Sumido en la parte alta de la zona noroeste, entre invasión de casas, brechas y contiguo al penal de Ensenada, en el fraccionamiento Victoria, está el Centro de Recuperación y Rehabilitación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (CRREAD), llamado “Las Granjas”.
Con casi 10 mil metros cuadrados, es el más grande del municipio e incluso por su tamaño se asemeja al espacio que ocupa el penal de Ensenada; debido a la demanda, construyeron un segundo proyecto que consiste en un espacio con capacidad para internar a 120 mujeres.
ZETA tuvo acceso a las instalaciones, donde los internos, junto con el personal administrativo (exadictos), realizan el trabajo que les corresponde a los gobiernos de rehabilitar social y psicológicamente a las personas con problemas de adicción.
Tienen su propio sistema de seguridad con hombres rehabilitados, mantienen un orden ejemplar, así como limpieza al máximo desde la entrada hasta el último espacio.
Las instalaciones de “Las Granjas” tienen al menos 50 espacios especializados para las distintas etapas de la rehabilitación, todo está estrictamente señalizado.
En el interior del edificio sobresalen dos obras como una doble barrera de seguridad hacia el exterior y un puente peatonal o túnel de unos 60 metros, hecho con carcasa de camión pintado de color rojo por el que caminarán las mujeres que ingresen al centro para no cruzar la zona masculina.
Mientras en unos centros se vive en hacinamiento, en éste cuentan con áreas deportivas, módulos de consejería individual, áreas de trabajo y de oración, así como espacios de usos múltiples para reuniones.
Quienes ingresan ahí se capacitan para que, una vez fuera, puedan obtener un trabajo en carpintería, soldadura, mecánica y carrocería automotriz.
Los vecinos de la zona ven con buenos ojos, el tener un centro de este tipo, pues mencionan que no dan problemas a pesar de que dentro pernoctan unas 200 personas entre internos y personal de apoyo, como psicólogos externos, médico y trabajadores sociales.
A la caza de pacientes
Un instituto, legal o clandestino, cobra de 10 a 12 mil pesos el trimestre. Además de la abstinencia, el precio incluye alimentación, así como el tratamiento basado en revisiones médicas, pláticas y equipos de psicólogos o consejeros.
Los familiares tienen que proporcionar cambios de ropa, productos de higiene personal, cobijas, medicamento u otros artículos que demande el enfermo.
Los adictos que ingresen de manera voluntaria y que no tengan respaldo de la familia, no les cobra, pero a la semana deben salir a calles para trabajar y llevar dinero para el hospedaje.
La mayoría de estas personas optan por “botear” en los cruceros de las vías principales de la ciudad.
Los administradores de los centros de rehabilitación tienen bien identificados a los adictos reincidentes. Saben cuándo son detenidos por agresión, faltas al bando o portar dosis de drogas y hacen fila en las instalaciones de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM); por lo que hay una fila de representantes de los institutos de rehabilitación.
Los esperan para ofrecer los servicios e incluso llaman a los familiares para solicitar autorización de llevarlos para que reinicien el tratamiento de rehabilitación.
Internos pagan o trabajan en las calles
Luis Munguía, de apenas 32 años de edad, quien vive y tiene su negocio en la colonia Popular 89, tiene siete años “brincando” de un centro a otro.
Los resultados no han sido buenos, constantemente recae en el consumo de drogas, debido a que no han sido centros certificados ni reconocidos por la autoridad.
Compartió que anteriormente, el personal iba en una camioneta con al menos cuatro hombres para sacar a Luis, pero que ahora la misma policía es quien lo entrega al centro.
“Tengo años con este problema de llevar internado a mi pareja y lo único que he aprendido es que jamás va a salir. Yo lo que aprendí es que por más que queramos, ellos nunca van a salir de todo bien de los centros, pero no tenemos opción”, compartió la mujer.
Sencillo abrir un centro
Aunque lo ideal sería que Cofepris solicitara el dictamen de uso de suelo para poder dar la autorización de abrir un instituto de rehabilitación, se trata de trámites por separado.
Existe tres tipos de centros: los “profesionales” que tienen un médico las 24 horas del día; los de “ayuda mutua”, donde exadictos se encargan de dar el tratamiento; y los “mixtos” en los que solo se requiere la presencia de un médico para realizar las evaluaciones de salud en el ingreso.
Las entradas se dan por voluntad propia, orden de la autoridad o profesional, cuando hay sugerencia de un médico.
La Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic) revisa que tengan un programa de trabajo con condiciones dignas. Los administradores tienen que comprobar a través de un acta constitutiva que están legalmente establecidos como asociación civil, presentar identificación oficial, así como la cédula del o los médicos que estarán a cargo de la atención médica.