Si es fácil figurarse que dentro del Partido Revolucionario Institucional les carcome la predecible sensación de un desplome en las preferencias electorales de este 2018, imaginar los mismos miedos en el Partido Nueva Alianza, uno de sus aliados, es cosa automática.
El terror de desaparecer -perdiendo el registro ante una escasa votación a su favor- crece más para los pocos militantes y dirigentes en el partido “del magisterio”, en Baja California. Veamos.
En las elecciones de 2016, cuando se renovó en el Estado a diputados locales y presidentes municipales, el Panal no consiguió los votos mínimos para mantener el registro como partido político. Lo anterior provocó, no solamente su pérdida de la inscripción en la entidad -lo cual lo imposibilita para participar en las próximas elecciones de 2019 como partido local-, sino que no mereció un solo diputado (ni de representación proporcional) en la actual legislatura. Eso significa que perdieron la nómina, los privilegios y las carteras políticas que representa tener un espacio en la Cámara.
Y no solo eso, tras perder el registro en el Estado, en 2016, los de Nueva Alianza vieron como se les esfumaron los millones de pesos de financiamiento público local que percibían año tras año. Con el registro vigente, el azul turquesa aseguraba en la bolsa 10 millones de pesos en promedio cada año.
En pocas palabras, el Instituto fundado por la maestra Elba Esther Gordillo -figura ya apestada dentro del partido- está en peligro de extinción. En Baja California únicamente tiene registro como partido nacional y con ese pretenden participar en las elecciones locales de 2019.
La cosa es que a nivel nacional, Nueva Alianza también esté al borde de desaparecer y sí no logra captar el 3 por ciento de los votos en las próximas elecciones, su registro se iría al limbo electoral, de modo que en los comicios de 2019 en Baja California, no tendría posibilidad de seguir intentándolo.
El panorama es amargo, de entrada porque el partido no tiene un candidato presidencial propio, como en 2012; y para rematar, porque José Antonio Meade, el abanderado que el PRI comparte con ellos, no es precisamente el favorito.
En las elecciones de 2015, el Panal ganó solo un distrito de los 300 en juego. Y con un 3.74 por ciento de los votos alcanzó 10 diputados en la repartición de plurinominales, 11 diputados en total.
En Baja California, la maestra Arcelia Galarza, dirigente del partido, intenta salvar el barco. Necesita por lo menos, cuatro puntos porcentuales para sobrevivir y para que le sean entregados dos diputados de lista en la primera Circunscripción, uno de esos espacios por cierto, reservado con su nombre.
Lo que hoy se juega el Panal es la vida…y los millones que genera la democracia electoral, claro.