Esta es la típica secuela donde ya conocemos tan bien a los personajes, la historia, el sentido del humor, el nivel de acción, que difícilmente nos vamos a sorprender.
Pero lo interesante viene al final, luego de más de dos horas de una historia típica del binomio Marvel-Disney que se desarrolla a la velocidad de la luz, donde vemos al director James Gunn hacer que el entramado de relaciones entre los personajes pase del conflicto a la ocurrencia y el sarcasmo de una manera divertida, emocionante y visualmente rica.
Hay momentos en que esto parece un circo de tres pistas cuando uno con trabajos tiene dos ojos pero, gracias a eso, queda poco tiempo para ponerse a pensar en los huecos de esta frenética narración en la cual Nebula (Karen Gillian) quiere matar a su hermana
Gamora (Zoe Saldana), y esta a su vez está tratado de poner en orden el choque de tremendas personalidades que aflora entre Peter Quill/Star-Lord (Chris Pratt) y el siempre ingenioso y sarcástico Rocket (Bradley Cooper).
Pero esto es apenas una pequeña parte de la dinámica de estos Guardianes que empiezan enfrentando a sus enemigos, los Soberanos, por un lío que causó Rocket. La búsqueda del padre, el arma de Yondu, Groot -siempre Groot- y el resto de la pandilla permiten a Gunn salirse con la suya tantas veces que uno no tiene tiempo de parpadear, sobre todo si hay un gusto por el género, y en especial, por los Guardianes y su ambiente retro.
Y como habría de esperarse, la puerta queda ampliamente abierta para la secuela, aunque de seguro, cuando llegue a cartelera, habrán pasado los años y será difícil recordar todo lo que pasó en esta segunda película de la serie en la que hay exceso, exceso y más exceso. Están advertidos y prepárense con muchas palomitas. ***
Punto final.- Ahí vienen los “Piratas del Caribe” de nuevo para el último viernes de mayo.