El Senado brasileño destituyó hoy a la mandataria brasileña Dilma Vana da Silva Rousseff, por 61 votos a favor y 20 en contra, en una decisión que también confirma como presidente a Michel Temer como presidente de Brasil, quien seguirá en el poder hasta el 1 de enero de 2019.
La economista y ex guerrillera, de 68 años de edad y miembro del Partido de los Trabajadores (PT), ocupó la presidencia de su país desde el 1 de enero de 2011 hasta el 31 de agosto de 2016.
La decisión supone el fin de un trámite que comenzó en diciembre pasado en el Parlamento y fue supervisado en cada uno de sus pasos por la Corte Suprema, como garante constitucional de un juicio que Rousseff, condenada por graves irregularidades fiscales, calificó de “golpe de Estado”.
Esta destitución pone fin a 13 años del gobierno del PT, que había llegado al poder en 2003 con Luiz Inácio Lula da Silva, quien impulsó reformas sociales innovadoras, sin embargo, existieron escándalos de corrupción, como el denominado Petrolao, un desvío de recursos del gobierno hacia la petrolera estatal Petrobras.
Esta es la tercera vez que el Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) ostente la jefatura del Estado, ahora con Temer, aunque nunca lo hizo por el voto directo.
La fuerza política, que domina el Congreso desde 1985, eligió a José Sarney por la vía parlamentaria tras la dictadura militar y gobernó con Itamar Franco entre 1992 y 1995, siendo este vicepresidente del renunciante Fernando Collor de Mello.
Rousseff defendió el lunes su biografía, su pasado de presa política por luchar contra la dictadura y clamó su inocencia por los delitos de responsabilidad que se le atribuyen: tres decretos para redistribuir el presupuesto y las llamadas “pedaleadas fiscales” para usar dinero de los bancos públicos y subsidiar el plan agrícola 2015.
La ahora ex mandataria subió al estrado este martes, para decir: “No lucho por mi mandato, ni por vanidad, ni por el poder. Lucho por la democracia”.
