23.9 C
Tijuana
viernes, febrero 23, 2024
Publicidad

Lecciones electorales

Tras la jornada electoral que se desarrolló en Baja California el domingo 5 de junio, los únicos que deben sentirse satisfechos, son ese poco más del 33 por ciento de ciudadanos que cumplieron su obligación de sufragar. Y de esos, estarán contentos seguramente sólo los que están incluidos en el reducido número de personas que votaron al candidato ganador.

Terminada esta parte del proceso, las lecciones son variadas, para los partidos, para el Instituto Estatal Electoral y los votantes. En cuanto a la ciudadanía el mensaje ha sido el mismo desde 1989 -cuando se dio el último movimiento ciudadano-, nada cambia si la gente no sale a participar.


Publicidad


Luego, los que sí votaron decidieron reventar la burbuja de algunos candidatos ciudadanos. Sin las mejores condiciones de participación, los candidatos independientes apostaron por incitar a ese 70 por ciento de abstencionistas,  pero no lograron ni convencerlos, ni motivarlos, ni sacarlos de la apática comodidad de su domingo.

Un notable tercer lugar para el joven aspirante a alcalde Omar García Arámbula en la impredecible Ensenada fue el máximo logro para este movimiento, lo mismo que Iván Sánchez en Tecate, y el ex panista con cachucha  de independiente Carlos Molina en Rosarito. Pero en Tijuana varios señores independientes a quienes les faltó humildad y visión panorámica, terminaron peleando los últimos lugares, porque tuvieron más firmas para alcanzar la candidatura que votos en las urnas.

Con MORENA convertido en tercera fuerza política, los partidotes tampoco salieron bien librados con su dizque voto duro mermado y repartido. Incluso en Tijuana, con los conteos distritales sin concluir, el Partido Encuentro Social llevando al frente al Teniente Coronel Julián Leyzaola -quien trabajó con el PAN y con el PRI-, sacó ventaja al tricolor y peleó con los azules por la alcaldía.


Publicidad

 


Entonces quien tenga oídos y un sueldo que dependa del erario, está obligado a escuchar el hartazgo social, el desamor ciudadano y evitar triunfalismos, porque el llegar al poder con uno o dos votos de cada 10 posibles no es gracia, y  los obliga a validar con trabajo su llegada a la silla.

Lección más dura para los que están en riesgo de perder el registro, qué tal el PRD, que sólo en Ensenada alcanzó el porcentaje mínimo para permanecer en la lista, o el  PT y el PVEM, los cuales no saben si la alianza les alcanza para sobrevivir. Y qué decir de los recién nacidos partidos Humanista, Peninsular y Municipalista, que no consiguieron el 1% al no representar a ningún sector social, por ser identificados  como políticos inconformes con los partidos a los que renunciaron al no ser favorecidos. Y la pérdida, todos recibieron dinero de los impuestos que pagan los ciudadanos.

Entonces quedó claro que se necesita mucho más que ganas de ser candidato, el ego para creer ser la mejor opción y reunir las firmas apoyo o membresía de un partido que la Ley exige para aspirar a un puesto de elección popular.

En este punto vale puntualizar lo poco que aportan a la credibilidad ciudadana, las deficiencias y desaseo en el trabajo del Instituto Electoral, por ejemplo, tener 4 millones de pesos para promocionar el voto, invertir sólo un millón y terminar con 30% de participación.

O ¿dónde quedaron los millones invertidos en capacitación? Cuando -otra vez por ejemplo- el Distrito 9, ubicado en Tijuana, en 140 casillas, más del 50%  fueron entregadas con el acta dentro del paquete electoral; cuando el presidente del consejo del Distrito 16, Gonzalo Manrique, arranca los sellos de la bodega que resguardaba los votos y fuera de protocolo, sólo en presencia de los representantes del PRI y el PAN; o cuando muchos representantes de casilla contaron duplicados los votos de la alianza del PRI.

Ante el gran triunfo del abstencionismo, en Baja California valdría que los institutos políticos le den una repensada al “mal humor social” del que habló el Presidente Enrique Peña Nieto, sobre todo a partir de que el voto duro va a la baja, en un esquema donde ni los nuevos partidos, ni los ciudadanos independientes, fueron capaces de convertirse en una opción atractiva para los electores apáticos y desencantados por la corrupción de los gobiernos.

Al final, muchos critican y pocos participan, mientras se sigue dando vueltas navegando en una carísima partidocracia que lo mejor que logra es lucir como democracia “patito”.

 

 

 

 

Autor(a)

Rosario Mosso Castro
Rosario Mosso Castro
Editora de Semanario ZETA.
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas