Eilis Lacey es una joven de origen irlandés que trabaja en Enniscorthy. Cuando obtiene una visa de trabajo para Estados Unidos, se traslada a Nueva York y comienza a laborar en una tienda departamental. Tomemos en cuenta que todo esto sucede en los años cincuenta.
No es difícil para ella adaptarse al cambio, sobre todo porque extraña a su hermana y a su madre, pero luego conoce a un plomero de raíces italianas (Emory Cohen), se enamora de él, considera estudiar y empieza así a tejer una nueva vida. En eso un problema la lleva de vuelta a Irlanda y ahí es cortejada por un muchacho de dinero (Domhnall Gleeson).
Y entonces comienza a cobrar forma la historia, sobre todo a partir de la excelsa actuación de Saoirse Ronan, a quien primero conocimos en “Atonement”, cuando esta chica apenas tenía 12 años y su trabajo le valió una nominación al Óscar por un papel secundario.
Ahora Ronan ha superado la hazaña al contender por la misma presea, pero en el rubro de mejor actriz, y vaya pelea que va a dar, porque el éxito rotundo de esta película radica en ella.
El director John Crowley, aliado a la cámara de Yves Bélanger, claro que supo lo que tenía con Ronan. La prueba está en cada sutil gesto que la artista pinta en su rostro, convenciéndonos de la lucha interna del personaje que enfrenta el colosal reto de definir su camino, como cualquier otro ser humano, mientras descubre distintos mundos.
Basado en la novela de Colm Tóibín, el guion de Nick Hornby no escatima detalles para que podamos lograr lo más difícil que puede haber: ponernos en los zapatos de Eilis, convivir con su familia, emigrar, volver pero no del todo, y resolver finalmente su futuro llevando de vuelta a su tierra un poco de Brooklyn en su espíritu y en su corazón. ****
Punto final.- ¿Channing Tatum canta?