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domingo, abril 7, 2024
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¿Y el gobernador qué espera?

Francisco Vega de Lamadrid se ha visto tibio. Casi, casi, conformista y muy crédulo de lo que le dicen los miembros de su gabinete. Por lo menos de fuera y ante las acciones -o la ausencia de las mismas- así se ve. No solo porque son muy pocas las pruebas de que encabeza el Gobierno del Estado que ganó en la elección constitucional, sino porque ante los múltiples señalamientos de irregularidades en dependencias y titulares de su administración, Vega no reacciona. Cree en la palabra de Bladimiro Hernández, el contralor del Estado, amigo y compañero de los sujetos a los que investiga. Del trabajo pocos saben qué hace. Si nos remitimos a la agenda “pública” cuando es el caso que se encuentra en Baja California, suele tener solamente un acto. Generalmente a las diez de la mañana, un corte de listón, la firma de un convenio, la clausura de algo o encabezando un acto populista. No más. Después de las diez de la mañana, Francisco Vega no hace nada públicamente. Y de lo que en privado acciona, nada se sabe. A diferencia, por ejemplo, del anterior gobernador, que iniciaba agenda a las siete de la mañana y la concluía entrada la noche, hoy día el titular de la administración pública estatal solo dedica una o dos horas para presentarse ante los bajacalifornianos, por día. En su lugar parecen gobernar los suyos colaboradores. No con muy buenos resultados, por cierto, pues la obra es más municipal y federal que de coordinación estatal; el reparto del presupuesto normalmente se atrasa, las negociaciones con los grupos activos las hacen terceros, el cabildeo federal se lo entregó a la Secretaría de Finanzas, sus medios los controla uno de segundo nivel. Lo que sí encabeza, son los viajes. Eso sí, adonde sea y por el motivo que sea. A Europa, a Asia, viajes domésticos. Aquí a Estados Unidos, aquí a Baja California Sur o Sonora, para donde sea, Kiko agarra vuelo, sea público, comercial o privado. A punto de llegar a su segundo año de gobierno, Francisco Vega sigue confiando en las personas que no han contribuido a la solución de los problemas del Estado, las mismas que como en los específicos casos de Antonio Valladolid, Ricardo Magaña y Carlo Bonfante, han sido señalados de irregularidades en indistintas ocasiones, que él ha ordenado investigaciones y que, vaya cosa, todos terminan exonerados por el gobierno que les da chamba, presupuesto y los investiga. Tan no parece tener el control de su gobierno Francisco Vega, que no ha realizado cambios en su gabinete. Está esperando, tal parece, que sean sus colaboradores los que le renuncien para ir en busca de alguna candidatura, para entonces sí, al accionar de ellos, buscar otros colaboradores que les sustituyan. Esta situación pocas veces se había dado en Baja California. Siempre el que manda y el que determina hasta cuando un funcionario lo es, es el gobernador. No se espera, pues, a tener la estructura desmantelada para intentar recomponerla al gusto de los que se van. Por lo menos Valladolid, Magaña y Rueda, dicen sus cercanos y equipos de colaboradores políticos, tienen intenciones de ser candidatos a algo en la elección de 2016. El secretario de Finanzas, de hecho, acompaña a los de comunicación que se reúnen con los directores de medios para “arreglar” convenios de publicidad, cuando ese no es su trabajo ni está en su interés. Pero es obvio que la mira no la trae en el gobierno, sino en una próxima campaña. Igual Ricardo Magaña aprovechó la elección interna del PAN para mostrar “el músculo electoral” que tiene al interior de su partido cuando participó activa y públicamente en el acarreo, incluso adelantando que va por 2016. De Rueda, bueno, lo suyo siempre ha sido ganar Mexicali, y como secretario de Gobierno no ha tenido ni la personalidad, ni la prestancia política para ejercer el liderazgo político interno que el gobierno requiere. Aparte del gabinete de Vega se irán otros que querrán ser candidatos a alcaldes por alguno de los cinco ayuntamientos bajacalifornianos, también aquellos que aspiren a una diputación local -habrá 25 en disputa- y unos más que se integrarán a las planillas de regidores. Si bien es cierto, los enroques y las salidas del gabinete que el jueves 27 de agosto encabezó el Presidente Enrique Peña Nieto, no dejan ver un mejor futuro para el ciudadano común mexicano en las siguientes semanas; por lo menos Peña demostró quién tiene la batuta en su gobierno. Él los cambió o los sacó. No le renunciaron ni le pidieron licencia. Quizá sería hora, antes del II Informe de Gobierno (o de la II Volanteada de Gobierno), de que Francisco Vega de Lamadrid tomara las riendas de la administración en sus manos. Ya va siendo hora. La inseguridad, la desestabilidad social y la política electorera, así lo exigen. Claro, para eso, el gobernador tendría que trabajar.


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