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viernes, febrero 23, 2024
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El México de Peña Nieto

Para Empezar   21 largos meses han transcurrido del gobierno federal encabezado por el priista Enrique Peña Nieto, y el presidente sigue como en campaña, a punta de promesas. Acorde a su II Informe de gobierno, el país está en movimiento; se pusieron los cimientos de la prosperidad, pero falta lograr que se traduzcan en beneficios reales. Y el panorama se complica cuando le preguntan por plazos, porque continúa incapaz de decir cuándo será. En su mensaje a la nación pudo afirmar que en el año 2018 el 70 por ciento de los mexicanos tendrá acceso a internet, ¡Yupi!… Pero fue incapaz de explicar cuándo será que los 53 millones de pobres en el país, tendrán acceso a un empleo, un sueldo que les permita llevar el alimento a la mesa de sus hijos, vivienda digna, cuándo recibirán agua potable los 22 millones que no la tienen, o luz eléctrica los 2 millones que todavía no acceden a ella. Menos dio cuenta de cuándo y cómo frenará las acciones que han provocado que la clase media engrose los cinturones de pobreza. O cuándo tomará medidas para que los precios de los productos de la canasta básica no se sigan disparando (7.24 por ciento en lo que va de la gestión peñista, según la UNAM), o la confianza del consumidor no continúe desplomándose (menos 7.8 por ciento), o el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que presentó un incremento de 0.28 por ciento, alcanzando una tasa de inflación anual de 3.8 por ciento. O qué hará para cumplir con las expectativas oficiales de crecimiento para el 2014 que la Secretaría de Hacienda  propuso inicialmente de 3.9 por ciento, y después las redujo a 2.7 por ciento mientras Banxico duda que alcance siquiera el 2.4 por ciento. Señores del gabinete, no se trata nada más de comprometerse y a cambio obligar a los mexicanos a  someterse al rigor de las reformas hacendarias, para después recular como si nada. Sí, el turismo mejoró en un 18 por ciento, y el gobierno dice estar captando un 66 por ciento de inversión extranjera directa, se restableció la industria automotriz y extractiva de  exportación, y todo lo que falta con la apertura de la industria petrolera a los foráneos, pero  hasta hoy, eso solo ha generado un México mejor para los extranjeros. Conforme a las cifras oficiales existe otro México próspero, y es el del gobierno federal, que incrementó la recaudación de impuestos en un 10.7 por ciento, bien por ellos y para ellos. Según sus dichos aumentaron la inversión física en un 28. 9 por ciento. Peña habló de la construcción de mil 800 kilómetros de carreteras y autopistas, así como la ampliación de cuatro puertos. Como simples receptores, podríamos estar obligados a creer ciegamente, sin embargo la experiencia bajacaliforniana invita a desconfiar, porque a este estado norteño le prometieron varios millones de pesos para obra en 2014, la última vez dijeron que esos recursos llegaban en agosto, es septiembre y los constructores siguen esperando los dineros procedentes de los impuestos pagados por los contribuyentes locales, capital que supuestamente movilizaría la economía local este año fiscal del que ya han pasado 9 meses. En su discurso, el mandatario también se refirió en detalle a los 73 mil millones que aseguró invirtió en política social –otra vez, surgió el recelo, porque en Baja California no se ha cumplido con todos los compromisos originales de la Cruzada contra el Hambre–, la sorpresa positiva fue que finalmente reconoció que esta política asistencialista no sirve para nada. Lo desagradable fue que dejara pasar 21 meses para cumplir su encargo de modificar esas políticas clientelares usadas desde hace 36 años como tácticas para compra de votos y voluntades, y empatarlas con los programas de promoción del desarrollo “Prospera” –no solo darles el pescado para hacerlos dependientes, sino enseñarlos a pescar–, el detalle es que ése había sido uno de sus compromisos desde la campaña, lo dijo una y otra vez entre  2011-2012. Y nosotros que creímos que llevaba casi dos años cumpliendo. En cuanto a la seguridad, y la supuesta disminución de 7 por ciento en secuestros, 20 por ciento en extorsión y 27.8 por ciento en homicidios (solo 3.7 por ciento según estadísticas recopiladas por ZETA en las fiscalías estatales) queda poco que escribir cuando los organismos no gubernamentales que supuestamente participan con la Presidencia en la definición de política nacional de seguridad, les advierten –con casos documentados– que las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública no son confiables, y el Secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong decide públicamente ignorarlos. Con la soberbia que le permite  saber que tiene el control de la información, declaró en la plenaria de senadores priistas a finales de agosto, que no se iba enfrascar en una guerra de cifras y desestimó las pruebas presentadas por los activistas que reclamaron que no se puede hablar de mejoría, hasta tener información de calidad. Entonces, los logros peñistas en dos años, se pueden resumir: en la puesta en operaciones de la Gendarmería Nacional, había dicho 10 mil elementos en el primer paquete, pero solo pudieron reclutar y capacitar a 5 mil; y la aprobación de las 11 “reformas transformadoras”, que aún no transforman nada, pero mínimamente ya se promulgaron. Reforma Energética; de Telecomunicaciones; en Competencia Económica; Financiera; Hacendaria; Laboral; Educativa; Político Electoral; de Transparencia; Código Nacional de Procedimientos Penales; y Ley de Amparo; Al final, la deuda de Peña Nieto sigue siendo la de sus predecesores panistas y lo reconoció en el informe: “Tenemos una economía estable y competitiva…que debe reflejarse en el bolsillo de los mexicanos”. Y eso no ha sucedido.


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