17.9 C
Tijuana
martes, mayo 7, 2024
Publicidad

Pacientes en riesgo de charlatanes y farsantes

Engañan con productos e inyecciones milagrosas y cirugías plásticas con anestesia local En Baja California quienes buscan someterse a un procedimiento quirúrgico estético se enfrentan a cuatro riesgos: 1.- Ser atendidos por personas sin título universitario ni preparación técnica. 2.- Caer en manos de médicos sin la especialización requerida. 3.- Terminar en un hospital o clínica clandestina, sin la certificación de la Secretaría de Salud y, como consecuencia de estos tres: 4.- Incrementar los riesgos inherentes a cualquier intervención quirúrgica en el pre anestésico o la sala de operaciones. “Son charlatanes de la medicina quienes sin título universitario ni conocimientos profesionales se hacen pasar por médicos para realizar todo tipo de cirugías plásticas o procedimientos estéticos”, explicó a ZETA Ricardo Zamarrón Guevara, director de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) en Baja California. Y alertó de otro fenómeno: Médicos que realizan intervenciones quirúrgicas ajenas a su especialización, como es el caso de un oncólogo que realiza mamaplastía, lipectomía, banda gástrica y otros procedimientos propios de un cirujano plástico. El tercer riesgo es detallado por el director de COFEPRIS de la siguiente forma: “Generalmente, cuando las personas acuden a hospitales y clínicas no solicitan los documentos necesarios, no verifican que la clínica tenga los permisos correspondientes o el médico muestre su cédula profesional o título universitario”. La suma de estas circunstancias, charlatanes, médicos sin especialidad y clínicas clandestinas, han creado un entorno de inseguridad para los pacientes que deciden someterse a un procedimiento quirúrgico para reparar algún daño o cuestión estética, lo cual los ubica como pacientes en riesgo. Salud y belleza en manos de farsantes En México proliferan quienes sin título universitario ni conocimientos profesionales, se anuncian en periódicos locales, vía internet y hasta en las esquinas, ofreciendo desde cirugías plásticas hasta servicios rápidos de belleza, curas para todo tipo de males que al final resultan peores los remedios que los padecimientos originales. En cualquier sección de clasificados de un periódico local se encuentran anuncios que prometen terminar con cualquier tipo de padecimiento: masajes de busto para reafirmar la piel; terapias de escultura y moldeo de cuerpo sin dietas, sin cirugías; y textualmente uno anuncia: “diabético: salva tus piernas y riñones”. Estas ofertas impresas no proporcionan una dirección física, es decir no se hace referencia a una clínica, un consultorio, menos un hospital. Tampoco se inscriben cédula o título profesional, ni el nombre del centro de salud donde se ofrece el servicio. La única referencia para ir tras el milagroso remedio es un número telefónico. La realidad es que quienes ofrecen terapias milagrosas las hacen en negocios o consultorios ambulatorios, “los masajes te los da mi esposo, en un localito en Jardines del Rubí, por tres mil pesos”, contesta una mujer a la llamada realizada por ZETA. Otros más atienden a domicilio, para no ser rastreados. “Qué entretenidos se la deben pasar, ¿son médicos los que están ofreciendo estos servicios? No: son sobadores, masajistas, populares entre poderes curativos y aseguran que los atienden mejor que los propios médicos”, expone un anestesiólogo y agrega: “a ésos les decimos charlatanes y farsantes”. “Mire; yo llevo años viniendo aquí, cada vez que me doy un estirón en mi trabajo, porque cargo muchos costales y la sobadora es la que me quita los dolores de espalda con la pomada de árnica y milagrosa”, dice un hombre que espera ser atendido por Ana, masajista que atiende de 8:00 a 3:00 frente a la Catedral de la calle segunda. Es una cuestión cultural, explica el anestesiólogo, quien asiste en cuatro intervenciones quirúrgicas al día, “las personas creen en eso, prefieren aliviar sus dolores con ellos que acudir al médico”. No es fácil determinar el número de personas lesionadas por este tipo de prácticas,  pues quienes pueden llegar a sufrir esguinces, luxaciones e incluso fracturas, rara vez acuden a ser revisados por doctores y la Cofepris no cuenta con registros de denuncias en este aspecto. Rastrear a quienes prestan servicios de terapeutas o médicos sin estar calificados, tampoco es sencillo según la autoridad: “ya que nunca se anuncian con domicilio, cuando los llamamos, nos cuelgan o nos dicen domicilios falsos, es muy difícil dar con ellos”, aseveró la doctora Leticia Blake Rivera, coordinadora de Salud de COFEPRIS en Tijuana. Generalmente es mediante una denuncia como se localiza una clínica clandestina, sin embargo, muchas veces los charlatanes se retiran antes de que los inspectores sanitarios lleguen al lugar. Por ejemplo el caso de una mujer que fue atendida en una clínica de la Zona Centro de Tijuana para una corrección del tabique nasal mediante inyecciones: ella contrajo una infección una semana después del procedimiento, por lo que denunció el centro de salud ante la COFEPRIS. En cuestión de días, el local ya había sido abandonado. Estas inyecciones que suelen ofrecerlas los charlatanes para corregir, aumentar o disminuir pequeñas imperfecciones en cara y cuerpo, suelen estar compuestas con líquidos como aceite de carro, de cocina y de bebé, por lo menos esos ingredientes han sido encontrados en diversos pacientes que fueron atendidos bajo la promesa de borrar la huella del tiempo de sus rostros o reafirmar glúteos y senos. Otra corrupción de los elementos es cuando los llamados médicos, esteticistas o cosmetólogos sin serlo o estar autorizados, mezclan bótox y ácido hialurónico con excesiva agua, para “hacerlos rendir”, dijo a ZETA la doctora Leticia Blake Rivera. Nariz nueva en un día El gancho es el precio: rinoplastia por 700 dólares. La persona al otro lado de la línea telefónica explica a la reportera: “Tienes que traer el cupón del periódico para darte ese precio”, recomienda también llevar una foto de la nariz de alguna modelo o celebridad, para que el “cirujano certificado” se base en ella para moldear el nuevo rostro. Al preguntarle sobre los exámenes médicos requeridos, su respuesta es: “Vienes al hospital para realizarte una valoración, te toman fotos y te explican la cirugía, por 35 dólares más te damos las pruebas de sangre y, si tenemos espacios en la agenda, al día siguiente ya se te realiza la cirugía”. Así de fácil resulta conseguir una nariz nueva: “el mismo día te puedes ir a tu casa, no necesitas quedarte”. La principal clientela: mujeres de mediana edad residentes de Estados Unidos, en busca de precios bajos y servicios rápidos. Con un procedimiento adecuado en clínicas certificadas por diversos colegiados e instituciones de salud, el periodo entre la primera valoración y la cirugía oscila en cuatro meses, a lo largo de los cuales se practican hasta 60 exámenes médicos. Luego de la cirugía, el paciente es internado durante un mínimo de cinco días para su recuperación. En el rubro de la cirugía plástica, la Comisión de Arbitraje Médico del Estado de Baja California (CAMEBC), ha recibido en lo que va del año, once quejas por malas prácticas y dos más por prácticas de medicina estética. El delegado, doctor Antonio Téllez Amezcua, explica que las denuncias han aumentado considerablemente respecto al 2011, año en que se recibieron solamente tres quejas por cirugía plástica y una en medicina estética. La función de la CAMEBC es lograr conciliaciones entre los pacientes y médicos acusados, acción que se logra en un 80 por ciento de los casos. “Ofrecemos servicios de asesoría, orientación o gestoría a las personas que exponen una inconformidad. El procedimiento de atención a queja inicia mediante una integración por escrito, la cual evaluamos en tres días, si procede, se le envía una carta de radicación al médico y tiene cinco días hábiles para responder”, explicó Téllez. Si el médico no acepta el proceso de composición de voluntades, entonces interviene la Procuraduría General de Justicia del Estado para recibir la denuncia correspondiente. El delegado Téllez: “Cualquier persona puede venir a quejarse con un asunto relacionado con su salud, ya después averiguamos si (quien lo atendió) es médico especialista o no”. Recordó que hace dos años, tuvieron quejas de un grupo de personas, provenientes de la Ciudad de México quienes ofrecían “inyecciones milagrosas” para curar artritis. La sustancia no fue identificada y los denunciados se esfumaron. A nivel legislativo se han tomado medidas para penalizar las acciones de quienes se ostentan falsamente como médicos y especialistas. En noviembre 2011 el Congreso de Baja California aprobó la reforma al artículo 152 del Código Penal de Baja California. Un BIS a este artículo fue realizado para “proteger a los médicos responsables y a la vez desalentar a los charlatanes que cometen actos atroces con la gente”. De acuerdo a esta reforma, “no será punible el homicidio o las lesiones, cuando éstas sean resultado directo de reacciones o complicaciones propias de tratamientos o procedimiento médicos, necesarios para mantener o recuperar la salud, o tratándose de cirugía para modificar apariencia, necesarias o no para la salud”. Lo anterior siempre y cuando exista el consentimiento expreso del paciente, el doctor cuente con título expedido por institución académica con validez oficial, cédula profesional y acreditación como especialista en la materia que esté tratando, que el procedimiento se realice en un lugar certificado para ello, entre otras condiciones. Por lo que aquella persona o institución médica que no cumpla con los requisitos anteriores y sea demandado en este sentido, será procesado bajo el Código Penal en el estado, esto con la intención de abatir a los falsos cirujanos y las apócrifas clínicas. Un reconocido cirujano plástico explica: “hay quienes para ahorrar costos, no aplican anestesia general, operan con anestesia regional en el paciente y previo al aspirado de grasa, le dicen: aguántese el dolor, ahorita se le quita”. Lo anterior es comprobado en el sitio web del Hospital de la Salud, otra clínica de la ciudad, en el cual se especifica: “esta cirugía se realiza generalmente bajo anestesia regional o local y junto con sedativos oral o intravenosa. Estará consciente pero relajada e insensible al dolor”. En dicho establecimiento se realizan lipoesculturas, lipectomías, frontoplastia, rinoplastia, implantes faciales, bótox y lifting. El médico se identifica como oncólogo, pero también atiende partos y práctica cirugías plásticas. Dado a que se encontraba fuera de la ciudad, se le cuestionó a la administradora de la clínica si cuentan con los permisos necesarios para operar: “pues, mira, ¿no están en la página? Es que yo no tengo esa información ahorita”, respondió. Todo tiene un costo En un estudio global realizado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética en 2009, México se ubica en la posición número cinco en la jerarquía de países con mayores procedimientos cosméticos quirúrgicos y no quirúrgicos, debajo de Estados Unidos, China, Brasil e India. A pesar que no existen cifras precisas sobre el número de cirugías y tratamientos estéticos que se realiza en el país –precisamente por la abundancia de lugares y médicos sin certificación– el estudio menciona 300 mil operaciones al año. Según información de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética, hay 73 cirujanos plásticos certificados en el estado: 6 en Ensenada, 15 en Mexicali, 1 en Rosarito y 57 en Tijuana. La COFEPRIS recordó que las normas oficiales mexicanas con las cuales debe contar toda clínica de cirugía plástica son las número 205, 168, 197 y 087. Y de acuerdo a su titular en el estado, en el presente año se han recibido 15 denuncias relacionadas con actividades médicas, en algunas clínicas se ha encontrado que no cuentan con el equipo necesario o que los supuestos doctores no tienen credenciales que los acreditan como tales. También señaló que ha incrementado el número de denuncias de “casas de recuperación”, lugares donde los pacientes son trasladados luego de una cirugía plástica. Muchos son domicilios particulares, ninguno está certificado ante la Secretaría de Salud. Pacientes provenientes del extranjero, como Estados Unidos, Canadá y Europa, llegan a la frontera para realizarse un procedimiento quirúrgico, si la clínica no cuenta con cuartos de recuperación, entonces son enviados por los propios médicos a estas residencias. “Sabemos de una de estas famosas casas de recuperación en la colonia Juárez, en Tijuana, como no reportaron la dirección exacta y es un domicilio particular, no la hemos encontrado, pero sabemos que es operada por una persona ajena a la profesión médica. “Estos lugares ofrecen servicios muy económicos y las personas se dejan llevar por ello”, aseguró el funcionario. Ya que no se encuentran certificadas ante la Secretaría de Salud, carecen de lo siguiente: licencia sanitaria, responsable-encargado, expedientes clínicos, cédulas profesionales, áreas quirúrgicas bien delimitadas, equipamiento médico completo, mantenimiento y central de gases. Los médicos insisten: es cuestión de sentido común. Una persona que considera la cirugía plástica como una opción debe pensar primero en su salud y luego en su economía. En una clínica certificada, el precio promedio por liposucción es de cinco mil dólares, incluye exámenes médicos previos, valoración y cinco días de estadía para recuperación. En el periódico se ofrece el mismo procedimiento por menos de la mitad de precio. En el mismo anuncio, la cirugía de aumento de senos cuesta 2 mil dólares, “tan sólo el costo de los implantes de gel cohesivo es de mil dólares, claro, hay otros de 200 dólares, pero es cuestión de tiempo para que ocasionen problemas”, expuso un cirujano con 25 años de experiencia, quien practica este procedimiento por 3 mil 800 dólares. Una cirugía certificada El médico comienza a preparar a su paciente para lipoescultura, una mujer de 42 años de edad, residente de California, con antecedente de banda gástrica, dos cesáreas y quien estuvo en tratamiento durante dos meses para combatir su anemia. En esta mañana de junio, se le practicará su tercera cirugía. La lipoescultura es una intervención quirúrgica para moldear la grasa del cuerpo, se realiza en un tiempo aproximado de dos horas y en esta clínica, se realiza con anestesia general. Este mismo procedimiento, comentó el cirujano, es el primero en la lista de irregularidades e inconformidades de los pacientes que llegan a su clínica para que “repare” lo que otros profesionales de la salud hicieron. Las principales consecuencias: cicatrices, quemaduras, úlceras, “cuando llegan parecen un costal de papas”, explica el médico. El doctor Carlos Buenrostro, médico certificado en México y Estados Unidos, señaló que en muchos lugares de “mala muerte” se llega a cobrar más que en clínicas certificadas y las probabilidades de complicación son mucho mayores. “En esta cirugía que estamos practicando, hay cuatro personas presentes, llegas a otro lado y te quieren operar detrás de una cortina, en un cuarto no esterilizado y con anestesia local”, advierte. El médico, cuyos pacientes principalmente son norteamericanos, considera que los charlatanes dañan no solamente la imagen de los cirujanos sino del turismo médico y de la ciudad. Lipoescultura y aumento mamario continúan siendo las intervenciones más solicitadas y junto a la lipectomía y liposucción son las más denunciadas por irregularidades. “Tengo pacientes que llegan con complicaciones de cirugía plástica, por sí mismos o porque los  médicos los envían, algunos llegan con heridas abiertas y con pus, otros con cicatrices y deformidades, unos más con necrosis infecciosa”. Las consecuencias, refirió, pueden ser fatales, ya que muchas cirugías generan complicaciones a mediano y largo plazo. Por ello, los médicos apelan al sentido común de los pacientes: “Las mismas personas son también responsables de los actos que realizan, se necesita mayor criterio y sentido común para seleccionar el lugar y la persona en la que se confiará tu salud”, advirtió la doctora Leticia Blake Rivera. En Baja California, el padrón de hospitales, clínicas y centros de salud registrados ante la Secretaría de Salud es de 800, solamente el 50 por ciento de éstos se localizan en la zona conurbada de Tijuana, Tecate y Rosarito. En total, hay 163 inspectores y verificadores de la COFEPRIS que se dedican a realizar recorridos de inspección a hospitales, clínicas, expendios de comida, albercas y playas en todo el estado. El problema también es la dificultad para localizar a las clínicas sin certificación ni los permisos mencionados anteriormente, quienes operan de manera ambulante, confió un inspector sanitario, “cierras un lugar de ésos y al día siguiente ya hay dos”.


Publicidad


Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas