Un estudio reciente publicado en la revista “Scientific Reports” alertó sobre el peligro de extinción de la espiece mantas de espina que, junto con la mantarraya se supone está protegida desde 2007.
La Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) firmó la porpuesta de salvaguardar de manera urgente a esta especie y establecer controles sobre su comercio mundial. La medida empezaría aplicarse en 2017.
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“Estas rayas crecen muy lentamente y producen una sola cría cada dos años, lo que las hace intrínsecamente susceptibles a la sobrepesca, con un riesgo mucho más alto de extinción que la mayoría de rayas y tiburones de crecimiento lento”, explicó Sebastián Pardo, estudiante de doctorado del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Simon Fraser, en Canadá.
Oscar Sosa Nishizaki, investigador del Departamento de Oceanografía Biológica del CICESE, explicó que la primera aproximación para determinar la edad y el crecimiento de una especie de móbula se hizo en el grupo de Ecología Pesquera de ese centro: “Después, los colegas de Canadá nos invitaron a usar esa información”.
El artículo publicado establece que las nueve especies de móbulas se distribuyen en aguas cálidas y templadas alrededor del planeta. La mortalidad derivada de una pesquería artesanal en el oeste de México se estimó como más alta que la tasa de crecimiento de la población, lo que indica sobrepesca. Evidencia también que las poblacionese de otras especies de rayas de espina están disminuyendo en otras regiones.
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En México tanto las móbulas como las manta rayas no se explotan comercialmente, como se hace con otras especies de mantas, porque tienen ciertas características en su biología, como el lento crecimiento cuando se reproduce da pocos organismos -uno o dos por camada. Además se reproduce cada dos años y les toma tiempo llegar a la madurez.
Estas diferencias de estrategias de vida- establece el estudio- hace que ésta especie sea más susceptible. “Las mantas y las móbulas, y sobre todo las manta rayas, son más cercanas, comparativamente, a un ciclo de vida como el de las ballenas o los mamíferos marinos, y son más susceptibles”, advierten los cienficos.
