Hace alrededor de un mes que Claudia Sheinbaum anunció con bombo y platillos que Lázaro Cárdenas Batel será el Jefe de la Oficina de la Presidencia, a saber, la mano derecha de Sheinbaum. Cárdenas Batel es un enorgullecido integrante de una de las más rancias y reaccionarias dinastías burguesa priistas.
¿Existe, en lo medular, diferencia alguna entre Nicolás Maduro y Corina Machado? No. Ninguna en absoluto. Ambos son fantoches del imperialismo. Maduro del imperialismo ruso y chino y Corina Machado del imperialismo norteamericano.
“Izquierda” y derecha “olvidando sus divergencias” han unido sus voces plañideras condenando el susodicho “atentado”. Ningún ciudadano juicioso, ningún proletario consciente, mucho menos un verdadero comunista se tragarían ese reaccionario cuento.
Tanto la panista Xóchitl Gálvez como la AMLO-morenista Claudia Sheinbaum, predican independencia, libertad y soberanía, pero los hechos -los irrefutables hechos, como decía el gran Lenin- nos muestran que esa retórica es pura verborrea patriotera para cautivar a inocentes. Tanto una como la otra son unas despreciables vendepatrias. A ultranza.
La clase obrera pronunciará su dictamen de manera contundente: ¡Abajo con el reaccionario circo electorero! Y lo hará a través del abstencionismo. Boicot espontáneo que será mayúsculo. Como lo ha sido en la mayoría de las ocasiones en que la burguesía ha levantado su carpa circense.
Gaza, un territorio de 360 kilómetros cuadrados con alrededor de dos millones de habitantes no se ha rendido ante los nazifascistas israelíes. Admirable y ejemplar ha sido la lucha revolucionaria de la resistencia palestina.
No existe la menor duda de que tanto los que rechazan, sin tapujos, la reducción de la jornada laboral (como Carlos Slim, la COPARMEX, el CCE, y otros del mismo pelaje), así como los que se muestran “simpatizantes”, son todos ellos enemigos a ultranza de la clase obrera. Unos disfrazados y otros sin disfraz.
El sátrapa del Partido Morena, López Obrador, con gran alarde calificó de “histórico” el reciente aumento al salario mínimo que la clase patronal burguesa, a través de la CONASAMI (Comisión Nacional de los Salarios Mínimos), le aventó a la clase obrera.
Milei no es ningún chiflado. Es un ultraderechista franco. Un hitleriano sin careta; hoy, por mandato de la oligarquía financiera, candidato presidencial “ganador” del reciente circo electorero argentino.
Solamente el hombre honrado y juicioso, y sobre todo el obrero consciente, no se vende ni sigue tras la cola de reconocidos criminales. Al contrario, los pone en la picota y los combate con fuego ardiente. Las migajas no erradican la esclavitud ni la pobreza.