Mis padres con mis hermanos y hermanas llegaron a Tijuana hace 70 años... y ya no se fueron. Mi padre, militar, fue destacado en El Ciprés, y mi madre con su prole se quedó en esta ciudad de la que, como familia, ya no se movieron.
Todos los miserables cuervos de la burguesía graznan en el mismo tenor. Culpan, todos ellos, a los “traficantes de indocumentados”. Siempre en estos casos los guías de personas que tratan de internarse en Estados Unidos para ir a ofrecer su fuerza de trabajo son usados como cabeza de turco.
Siempre las personas tóxicas han existido; las relaciones tóxicas también, solo que ahora está de moda tratarlas: la normalización de conductas negativas que pueden llevar a confundir el cariño con la falta de límites o de respeto, la protección con el control, el perdón con la justificación y el amor con la dependencia evidencian que algo falla.
Los trabajadores indígenas seguimos olvidados: no tenemos derechos, condición humana; somos ninguneados. A pesar de que AMLO inició labores en el Instituto Nacional Indigenista, y que está enamorado de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, etc., en SQ son más discursos que obras; es un territorio de nuevos esclavos.
El Estado de Nuevo León, en México, ha sido identificado como uno de los Estados en los que existe más violencia de género y feminicidios, mismos que se han incrementado; los casos -como en el resto del país- han quedado sin respuesta alguna.
Esta semana, un periódico de circulación nacional ilustró su portada con el resultado de una serie de encuestas con rumbo a la elección presidencial en 2024. En ellas, vemos cómo la estrategia adoptada por el aún secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, fue tan efectiva que lo posicionó por encima de quien se decía era la preferida del Presidente.
Entre otros ofrecimientos del candidato AMLO figuraron también el instaurar una verdadera democracia, acabar con los fraudes electorales y aseguró que en adelante las elecciones serían limpias y libres. Pero del “dicho al hecho...”.
Pareciera ser que a la autoridad federal solo le preocupa reducir al máximo posible la violencia durante la gestión de su administración, sin importarle que la sociedad en su conjunto exija tener resultados más óptimos en el presente, mediano y largo plazo.