San Agustín predicando, pierde ante un burro negando. Cuentan que el Papa se disponía a bautizar a una creatura y al preguntar a sus padres el nombre deseado, le contestaron que se llamaría Zanahoria, y el bautizante expresó que ese no era un nombre Cristiano; ellos le reclamaron: “¿Y entonces a usted por qué le pusieron Papa?”.
Uno pensaría que México ha tenido pocos cardenales pero en realidad son algunos varios: el primero de ellos fue José Garibi Rivera, arzobispo de Guadalajara; años después don Miguel Darío Miranda, de la Arquidiócesis de México.
La muerte súbita del Papa Francisco nos hizo reflexionar acerca de su trayectoria. Argentino, fanático del futbol, buen hombre cuyas encíclicas cimbraron al mundo, pues por primera vez la iglesia católica atendía con preocupación los problemas ambientales; también inició una apertura hacia la comunidad homosexual diciendo: “quién soy yo para juzgarlos”.
No se requiere sabiduría para la respuesta a ese y muchos delitos que sufre la sociedad: incapacidad de identificar a los destructores de vidas y castigarlos. Eso además daría paz a las familias y posibilidad de encontrar “aunque sea un huesito”, como declaró un sufrido padre de familiar “para enterrarlo y saber dónde quedó”.
El amable lector disculpará lo extenso de la cita, pero en esta ocasión bien vale la pena transcribir las reflexiones de ambos personajes quienes, a pesar de haber transcurrido tantos años y a haber trascendido de este plano, nos siguen conminando al análisis concienzudo.
En el podcast hablamos de la Narcofosa encontrada en Tijuana; de la pérdida de empleos en Baja California; de las polémicas obras votadas en Mexicali con el presupuesto participativo; y del legado del Papa Francisco.
Portando el crucifijo del Buen Pastor, el arzobispo de Tijuana ofició una misa en memoria del Papa Francisco, fallecido tras un ictus cerebral y colapso cardiovascular irreversible el 21 de abril.