En la práctica, la prisión va acompañada de la restricción de muchos derechos, que en la vida carcelaria se convierte en beneficio que discrecionalmente se otorgan o se niegan; y en el mejor de los casos, son utilizados como moneda de cambio para promover un “comportamiento disciplinado”.
Podemos afirmar que la prisión es un reflejo de la sociedad que está en libertad, lo que revela la existencia de una crisis de la ideología del tratamiento penitenciario en el que la huella del derecho penal del enemigo muestra su presencia y su dominio