Este engaño mortal es de proporciones tan monumentales que cuesta asimilar la horrorosa realidad que presenta. Intentar calificar estos crímenes como “golpes defensivos” es una ofensa a la razón.
Éste es el final. El último capítulo ensangrentado del genocidio. Pronto terminará. Semanas. Dos meses como máximo. Dos millones de personas acampan entre escombros o a la intemperie. Cada día, decenas mueren o son heridos por bombas, misiles, drones y balas israelíes.
Mientras la gente esperaba fuera del centro de ayuda en las primeras horas de la mañana, siguiendo las instrucciones de los empleados estadounidenses, testigos describieron un dron cuadricóptero israelí sobrevolando la zona y ordenándoles por altavoz que entraran al área cercada a las 6:00 a.m.
Hay 200 millas desde donde estoy en El Cairo hasta el cruce fronterizo de Rafah hacia Gaza. Estacionados en las arenas áridas del norte del Sinaí en Egipto hay 2,000 camiones llenos de sacos de harina, tanques de agua, alimentos enlatados, suministros médicos, lonas y combustible. Los camiones permanecen al sol abrasador, con temperaturas que superan los 35°C.
Israel ha borrado por completo Rafah, convirtiendo una quinta parte del territorio de Gaza en una gigantesca zona de amortiguamiento. Esto es parte del plan de Israel para garantizar su permanencia en Gaza y facilitar la limpieza étnica de su pueblo.
Hace una semana, los musulmanes de todo el mundo celebraron el Eid al-Fitr el domingo 30 de marzo. Millones lo celebraron con ropa elegante, hogares decorados y postres dulces, como marca la tradición islámica. Pero en Gaza, el Eid transcurrió bajo el peso de un inmenso dolor.
Hace un año, un artero ataque de Hamás desencadenó una serie de acontecimientos que han cambiado el panorama político del Medio Oriente cuyas repercusiones aún no terminan.
Hicieron bien, pararon el mal con bien. Ya estarán con nosotros los rehenes. Los cuidaremos con amor, los reconstruiremos en pedacitos, les devolveremos la vida, ya lo hemos hecho antes, muchas veces.
Es increíble que en el curso de poco más de un año, las cosas estén encontrando otro cariz más tranquilo para Israel, Estados Unidos, Egipto y sus adláteres. La historia no se ha terminado, los acontecimientos se suceden, la presencia de Trump acelera y desconcierta los enredos y desenredos del Medio Oriente.
Los grupos extremistas dirigidos y pagados por Irán, diseñados para rodear a Israel y que fueron extraordinariamente bien entrenados en dos áreas: el fanatismo y la capacidad bélica, planearon un ataque simultáneo a Israel desde todos los puntos cardinales.