En las calles de Tijuana tocaba un músico, Elías Breeskin, acompañado de su pequeña hija; ellos venían de Hungría, por lo tanto, su música era europea y clásica y la gente les pagaba porque tocaran en las calles de la ciudad.
De Rusia a Guadalajara aparece el Sr. Wolf Modelevsky, que, sin un quinto, recibe ayuda de un correligionario que le da calcetines a vender en un puesto público y le enseña a decir: “Dos pares por 25 centavos”, “Cuatro pares por 50 centavos” y “Ocho pares por un peso”.
Un proletariado sin cabeza retrata la tragedia del pueblo mexicano abusado y traicionado por muchos que llegan al poder. Hoy me centro en José Revueltas, quien en 1962 publica el Ensayo sobre un Proletariado sin Cabeza, donde argumenta la necesidad de que el proletariado cuente con un partido que verdaderamente represente sus necesidades de clase. Esa luz ausente. Mina de ideas sociales.