El ojo es el mejor de los artistas. Y así como el ojo es el mejor compositor, así la luz es el primero de los pintores. No hay objeto alguno tan vulgar que una luz intensa no haga hermoso. Y el estímulo que la luz presta a los sentidos y la especie de infinitud que en sí tiene, como el espacio y el tiempo, hace todas las cosas agradables.
Son desgarradoras las palabras de esta niña judía. De las ocho personas que vivieron en la “casa de atrás”, en Ámsterdam, sólo sobrevivió su padre, en la Holanda perseguida y pisoteada por la Alemania nazi, y liberada por Rusia, Inglaterra y Estados Unidos.
Durante el siglo XX, algunos líderes mundiales tenían un cierto humanismo incluso generosidad llamada benevolencia o magnanimidad con los prisioneros de guerra o los mismos enemigos de sus naciones.