Recuerdo con especial cariño a mi compañero de escuela Luis Nieto, cuyo papá trabajaba de plomero y que me invitaba a su casa impecablemente limpia, donde la señora Nieto guardaba la colección del Tesoro de la Juventud.
Si alguien me preguntara a qué huele mi infancia, diría que a perfumes. De esas esencias costosas que se impregnan en la chamarra que usaste cinco minutos para protegerte de la frescura de la noche y que, al paso de las semanas, aún conserva la nota.
¿Por qué se llamó “Dorian’s”? Porque Pedro se llamaba Herman Hirsh Dori; le agregan las dos primeras letras del nombre de Ángel y la S de Salomón y en broma decían que el apóstrofe era Miguel. Dori + an + apóstrofe + S.
No sé por qué tuve ese triste sueño. Pero quizá es que estoy constantemente viendo noticias de Ucrania, en televisión, y se ven escenas de múltiples columnas de humo negro, fuego y destrucción. Quizá fue por eso.